lunes, 25 de agosto de 2008

Día 8 de 'Los Maia'


Estoy leyendo 'Los Maia' de Eça de Queirós, escritor que tiene algunas obras que me parecen obras maestras de la lucidez, el humor, el anti-romanticismo y el desencanto, que sorprenden por lo modernas que son, y algunas otras obras totalmente aborrecibles por su moralismo, su conservadurismo y su ñoñería. Me costó 170 páginas engancharme. Al principio estaba tan desesperada que ya me imaginaba que tendría que abandonarla y encaberla en el cajón de obras aborrecibles, pero allá por la página 170 todo cambió. La mayoría de veces es prácticamente imposible establecer el momento justo en que oyes ese click en tu cabeza que significa que te has enganchado a un libro. En este caso puedo asegurar con total certeza cuál fue la escena que me enganchó de 'Los Maia'.

Inicialmente mi principal problema con el libro era que el planteamiento duraba demasiado y me daba la sensación que la novela de verdad no empezaría nunca. Yo iba buscando una trama que prometiera continuidad, un tema que me ayudara a emmarcar la historia, algun rasgo de algún personaje que me permitiera empezar a sentir empatía por ellos, pero no encontraba nada de esto. Estaba claro que el protagonista era Carlos de Maia, pero que tardaran 150 páginas en contarme sus orígenes, que no hiciera nada más que asistir a las reuniones sociales de la casa de su abuelo, que sólo fuera descrito como un jovencito normal y vital, totalmente plano, empezaba a hartarme.

Pero todo cambión en una escena muy concreta. Una escena en la que Carlos le confiesa a su mejor amigo, Ega, que él se puede enamorar locamente de una mujer, pero que tan pronto es suya todo se vuelve tedioso, incluso le confiesa que quizás sea incapaz de amar. Ega, para animarlo, le cuenta algo así como que a todos nos espera en algún lugar nuestra media naranja. Es sólo esto, pero significó mucho, porque, al ver que Carlos también tenía sus frustraciones, me empezó a caer bien, porque vi que probablemente el tema de la obra iba a ser el tedio, y porque me hice a la idea de que la trama no iba a ser una historia de amor.

Después de esto me acostumbré a que la novela fuera sólo una sucesión de escenas de la vida social en las que no pasa nada. Ahora me encantan estas escenas. Me encantan sus discusiones sobre lo que es chic, sobre lo atrasada, conservadora, provinciana y cobarde que es la sociedad portuguesa, sobre si lo que mola es el romanticismo o el realismo, etc. Me encantan también un montón de personajes secundarios: Ega que es un exaltado, histriónico y peliculero; Craft que es un inglés que está de vuelta de todo y lo mira todo desde la distancia; Cruges que es un músico con spleen; Damaso que es ridículo en su afán de imitar a Carlos, incluyendo vestirse como él y copiarle la barba. Ahora encuentro la obra divertidísima, llena de ironía y lucidez, como el mejor Eça de Queirós.

He encontrado un par de escenas más que demuestran lo maravilloso que es Eça de Queirós. En una Cruges se lamenta que Ega no haga nada, que esté perdiendo el tiempo adulando el marido de su amante en lugar de escribir una gran obra como podría estar haciendo. Carlos le contesta que nadie hace nada y seguidamente le pregunta qué es lo que ha compuesto él. Cruges sólo puede quedarse callado. Y en la otra, después que Ega tenga que huir medio arruinado de Lisboa y volver a su pueblo a casa de su madre, después que el marido de su amante lo haya descubierto y que toda la ciudad esté chismorreando sobre él, el abuelo de Carlos comenta: "Pésima entrada, la de Ega!" Carlos asiente, pero luego aunque no diga nada piensa que él también ha hecho una pésima entrada en sociedad después de terminar la carrera de medicina: él pretendía tener una consulta llena de enfermos, trabajar en un laboratorio y conseguir hacer auténticos progresos en el campo de la medicina, y terminar una gran obra sobre la historia de la medicina, pero ve que no ha hecho absolutamente nada.

Es imposible no verse reconocido en estas dos escenas. Oh, qué grande que puede llegar a ser Eça de Queirós. Tan grande que incluso la cantidad industrial de erratas que tiene mi edición de 'Los Maia' consigue empañar su grandiosidad. (Juro que no había visto nunca una edición con tantas erratas y tan garrafales. No puedo evitar imaginarme el pobre traductor tirándose de los pelos).

No hay comentarios: