miércoles, 28 de octubre de 2009

'Leonce y Lena. Woyzeck' de Georg Büchner


Georg Büchner nació el 1813, empezó estudiando lenguas modernas en el instituto, pero acabó estudiando la carrera de medicina como su padre, se metió en política, fue acusado de traición por un pamfleto revolucionario que publicó, pero tuvo suerte y pudo salir por piernas de Alemania, mientras que su compañero fue arrestado, torturado y murió en prisión. Se instaló en Estrasburgo, empezó a escribir, acabó medicina, consiguió una plaza como profesor de anatomía en la universidad de Zurich, y murió a los 23 años. Se ve que en Alemania se suele decir que si no hubiera muerto tan joven hubiera llegado a ser tan grande como Goethe, a pesar de que nos ha dejado poquísimas obras, entre las que hay 'Leonce y Lena', una comedia breve, y 'Woyzeck', un drama inacabado.

A pesar de haber muerto muy joven, soy de la opinión que Georg Büchner ya es muy grande. Es nihilista y existencialista. Ingenioso y divertido. Y su agilidad verbal me recuerda a Shakespeare y a Beckett. Sus obras parecen haber escritas ayer. En el prólogo de mi edición en catalán se cuenta que en los años 60 se representó el 'Woyzeck' de forma semi-clandestina y que prácticamente todos los espectadores que no sabían nada del autor dedujeron que se trataba de un escritor vivo. Büchner es un dramaturgo realista y filosófico, en el sentido que sus obras transmiten una determinada visión de la existencia humana. Y para quedarse aún más pasmado de lo moderno que es Büchner sólo hace falta recordar que, mientras él escribia estas obras, Schiller estaba escribiendo sus dramas románticos. Y es que las dos cosas están a años luz.

'Leonce y Lena' tiene la apariencia de una comedia ligera sobre un príncipe y una princesa, pero a mí me ha parecido una obra de lo más pesimista, mucho más oscura y grave que 'Woyzeck' que es un drama (casi trágico) con sangre, muerte y asesinatos. Leonce es un príncipe melancólico y ocioso, apático y consciente de su apatía, que se lamenta de la futilidad de la existencia y que se pasa los días haciendo ingeniosos juegos de palabras quejándose del aburrimiento que campa en este mundo. Lena es una princesita también aquejada de un síndrome de spleen muy parecido al del principito. Tal para cuál. Están comprometidos pero ninguno de ellos quiere casarse con alguien que no conoce, así que huyen, pero se encuentran y colorín colorado... Leonce y Lena son dos autómatas que van por la vida haciendo lo que se espera de ellos, que al final se casen el uno con el otro no es el triunfo del amor sino de la inercia. Se casan, pero uno sabe que tan infelices y apáticos serán casados como antes de casarse. No hay nada que pueda salvarlos del tedio, y menos que nada el amor.

Se dice de 'Woyzeck' que es el primer drama con personajes de clase trabajadora. Basado en un caso real, Franz Woyzeck es un soldado raso del ejército alemán que ha tenido un hijo ilégitimo con una mujer. Para sustentar a su familia se dedica también a hacer de conejillo de indias de los experimentos de un médico. Se dice que Woyzeck es una tragedia sobre el clásico tema de los celos o una tragedia sobre el proletariado. Y sí, pero aún es más, porque esta obra, a pesar de ser un borrador inacabado, es tan compleja que tiene incontables lecturas. No creo que sean los experimentos del doctor ni la pobreza ni los celos lo que hacen que Woyzeck empiece a tener visiones y a oir voces, se vuelva loco y cometa un asesinato. No digo que no sean importantes, pero creo que en último término lo que hace enloquecer a este Hamlet de clase baja es el sinsentido de la vida, tal como le pasa al Hamlet original. Los personajes de clase alta critican a Woyzeck porque lo consideran moralmente inferior, pero es todo lo contrario: Woyzeck ve la mezquindad y el vacío de la existencia, pero a diferencia de Leonce y Lena se rebela contra elo, es por esto que digo que 'Woyzeck' no es tan pesimista, porque hay quien aún es un idealista, aunque sea un asesino, pero quizás no había otra salida: porque los idealistas en un mundo tan mezquino e injusto tienen que acabar perdiendo la cordura inevitablemente.

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