En ‘El adversario’, Emmanuel Carrère relata la historia
real de Jean-Claude Roman, un hombre que estuvo engañando durante años a su
familia, amigos y vecinos, haciéndoles creer que era un reputado médico de la OMS, cuando en realidad no tenía
ningún trabajo. Cuando estaban a punto de descubrirlo, prefirió asesinar a su
familia antes que dejar que supieran que era un fraude. No desvelo nada de más,
en la segunda página ya se nos informa de todos los hechos. El punto de partida
es fascinante; Emmanuel Carrère se propone transmitir qué es en lo que
pensaba Roman cuando decía que se iba a Suiza a trabajar pero en realidad se
iba a pasear por los bosques nevados. Sin embargo, el resultado es
decepcionante, quizás porque a Carrère (y a cualquiera) le resulta imposible meterse
en la piel de un hombre que fue capaz de hacer unos actos tan brutales sólo
para evitar la vergüenza, o quizás porque detrás de la máscara del Roman falso
no hay un Roman auténtico y cuando paseaba por el bosque nevado simplemente no
pensaba en nada.
Sea como sea, se trata de un libro decepcionante. Nada más
salir la noticia en la prensa, Carrère se obsesionó con esta historia hasta el
punto que escribió a Roman a la prisión para pedirle una entrevista y permiso
para escribir su historia. Carrère no recibió respuesta, así que intentó
olvidarse del asunto y escribió otra novela, ‘La classe de niege’, que él mismo
describe como una novela sobre un asesino que vaga por un paisaje nevado. Al
final, cuando Carrère ya se había olvidado definitivamente del asunto, recibió
una carta de Roman aceptando sus propuestas. Entonces, Carrère confiesa que ya
no le apetece escribir su historia, porque siente que ‘La classe de niege’ ya
es la novela que él llevaba dentro y que quería escribir, pero se siente
obligado a responderle que sí y a mostrarse pulcramente educado con Roman. En
realidad, toda la novela me ha desprendido esta sensación: como si Carrère la
escribiera por compromiso.
Carrère es un buen escritor; me gusta la parte en que se
pone en la piel del mejor amigo de Roman cuando descubre que su mejor amigo no
es sólo un fraude sino también un asesino; me gusta cuando sutilmente se
menosprecia a sí mismo por ser tan amable y comprensivo con Roman; me gusta
cuando insinúa que quizás la mujer de Roman lo descubrió todo pero optó por
ignorarlo; etc. Pero nunca profundiza en la psicología de Roman, quizás porque
hacerlo sería comprenderlo, justificarlo. De modo que el libro acaba pareciendo
una trascripción fiel de lo que se dijo en el juicio, como si Carrère estuviera
pasando a limpio el sumario. Así, el libro acaba pareciendo uno de esos
documentales hechos para la televisión en que unos actores desconocidos y
limitados recrean unos hechos históricos; unos documentales que pueden estar relativamente
bien hechos e incluso resultar de lo más interesantes, pero porque los hechos
de por sí pueden ser interesantes, ya que en el fondo sólo cuentan una historia
de forma plana, sin verdadera emoción o pasión.