martes, 31 de julio de 2012

'El adversario' de Emmanuel Carrère



En ‘El adversario’, Emmanuel Carrère relata la historia real de Jean-Claude Roman, un hombre que estuvo engañando durante años a su familia, amigos y vecinos, haciéndoles creer que era un reputado médico de la OMS, cuando en realidad no tenía ningún trabajo. Cuando estaban a punto de descubrirlo, prefirió asesinar a su familia antes que dejar que supieran que era un fraude. No desvelo nada de más, en la segunda página ya se nos informa de todos los hechos. El punto de partida es fascinante; Emmanuel Carrère se propone transmitir qué es en lo que pensaba Roman cuando decía que se iba a Suiza a trabajar pero en realidad se iba a pasear por los bosques nevados. Sin embargo, el resultado es decepcionante, quizás porque a Carrère (y a cualquiera) le resulta imposible meterse en la piel de un hombre que fue capaz de hacer unos actos tan brutales sólo para evitar la vergüenza, o quizás porque detrás de la máscara del Roman falso no hay un Roman auténtico y cuando paseaba por el bosque nevado simplemente no pensaba en nada.

Sea como sea, se trata de un libro decepcionante. Nada más salir la noticia en la prensa, Carrère se obsesionó con esta historia hasta el punto que escribió a Roman a la prisión para pedirle una entrevista y permiso para escribir su historia. Carrère no recibió respuesta, así que intentó olvidarse del asunto y escribió otra novela, ‘La classe de niege’, que él mismo describe como una novela sobre un asesino que vaga por un paisaje nevado. Al final, cuando Carrère ya se había olvidado definitivamente del asunto, recibió una carta de Roman aceptando sus propuestas. Entonces, Carrère confiesa que ya no le apetece escribir su historia, porque siente que ‘La classe de niege’ ya es la novela que él llevaba dentro y que quería escribir, pero se siente obligado a responderle que sí y a mostrarse pulcramente educado con Roman. En realidad, toda la novela me ha desprendido esta sensación: como si Carrère la escribiera por compromiso.

Carrère es un buen escritor; me gusta la parte en que se pone en la piel del mejor amigo de Roman cuando descubre que su mejor amigo no es sólo un fraude sino también un asesino; me gusta cuando sutilmente se menosprecia a sí mismo por ser tan amable y comprensivo con Roman; me gusta cuando insinúa que quizás la mujer de Roman lo descubrió todo pero optó por ignorarlo; etc. Pero nunca profundiza en la psicología de Roman, quizás porque hacerlo sería comprenderlo, justificarlo. De modo que el libro acaba pareciendo una trascripción fiel de lo que se dijo en el juicio, como si Carrère estuviera pasando a limpio el sumario. Así, el libro acaba pareciendo uno de esos documentales hechos para la televisión en que unos actores desconocidos y limitados recrean unos hechos históricos; unos documentales que pueden estar relativamente bien hechos e incluso resultar de lo más interesantes, pero porque los hechos de por sí pueden ser interesantes, ya que en el fondo sólo cuentan una historia de forma plana, sin verdadera emoción o pasión. 

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