Más de una vez he visto que alguien criticaba a Alice Munro
por escribir siempre de lo mismo; y más de una vez yo he defendido que no
importa que (supuestamente) escriba siempre la misma historia si lo hace tan
bien. La llaman la Chekhov
canadiense y tienen razón, porque tiene el mismo dominio del relato corto: sabe
compactar un mundo vivo en unas pocas páginas, sabe describir personajes
complejos y humanos en unos pocos trazos, sabe ir dosificando la información
poco a poco para mantenerte enganchada, sabe dotar a sus historias de un aire
de melancolía perfecto, y sabe que lo más importante de un cuento es el final y
que éste tiene que ser potente (un bang que te haga reconsiderar todo lo que
has leído y le dé un sentido total e inesperado).
Uno de mis relatos favoritos de ‘Odio, amistad, amor, noviazgo,
matrimonio’ es precisamente el que da título al libro. Es una novela en
miniatura. Es deliciosamente sorprendente porque salta de una mujer seca
haciendo unos recados muy importantes a un hombre mayor al que un pequeño
cambio le desbarata su rutina, de las travesuras no del todo inocentes de un
par de niñas a los problemas y mentiras de un perdedor nato. Es una maravilla
como Munro enlaza estos personajes, estas historias, estos temas, que en
principio parecen tan dispares, y acaba construyendo un relato original,
extraordinario y vivo, muy vivo.
Luego vienen los cuentos ya más típicos en Alice Munro, pero
igualmente deliciosos. Cuentos sobre encuentros breves entre hombres y mujeres,
relaciones que se quedan sólo en un principio y no se materializan, porque los
personajes saben que al materializarse perderían su magia y es mejor conservar
el recuerdo de un momento que está lleno de posibilidades. Me gusta
especialmente el de los amigos de infancia que se reencuentran por casualidad
en casa de unos amigos y van a jugar a golf y les sorprende una tormenta
terrible, y no pasa nada más, pero en realidad ha pasado mucho, se han contado
muchas cosas. Munro habla de momentos mágicos de auténtica comprensión entre dos
personas, momentos en que sobran las palabras. Munro habla de la esperanza en
medio de la rutina, de momentos de luz en medio de la realidad gris.
Hay también, en estos cuentos, una gran presencia de la
enfermedad y la muerte. Todos están protagonizados por mujeres, algunos incluso
narrados en primera persona por mujeres, y yo que no soy muy amante de los
narradores en primera persona, en estos casos me encanta que Munro use un
narrador-protagonista, le da aún más veracidad a la historia; no puedo dejar de
pensar que el de la tía Alfrida que no ve con buenos ojos que la protagonista
se dedique a escribir tiene que ser autobiográfico de tan sincero que suena. Y
no es que los otros no suenen sinceros (¡todo lo contrario!) pero éste puede
que sea el que más. He dicho que todos
están protagonizados por mujeres, pero en realidad son todos menos el último,
en que un marido tiene que ver como su mujer va perdiendo la memoria por culpa
del Alzheimer, y que es desgarrador, pero tan real, real como todos los cuentos
de Munro, reales como la vida.
4 comentarios:
Absolutamente de acuerdo.
El cuento que da título al libro me dejó patidifusa por semanas...
Sí, el cuento que da título al libro es impecable, immejorable y todos los adjetivos hiperbólicos que puedan haber. Yo cada día soy más fan de Munro.
Vinc de la biblioteca, he trobat aquest llibre de l'Alice Munro que recomanes, començo a llegir i a les poques pagines estic absolutament fascinat, caram com escriu aquesta dona. Ho veig a venir, es el tipic llibre que no vols que s'acabi. Gràcies Núria pel teu comentari, he fet una descoberta que no coneixia.
Carles, que bé que a les poques pàgines ja t'hagi fascinat. És que l'Alice Munro és molt bona. Jo em posaria a llegir llibres seus i no pararia, però els vull anar dosificant perquè no s'acabin massa aviat.
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