'Las aventuras del bueno soldado Švejk'
puede que sea el libro más divertido que he leído nunca y sin duda
es la mejor parodia anti-bélica que he podido encontrar. El bueno de
Švejk puede que sea un poco corto de entendederas, pero es un pozo
sin fondo de anécdotas intrascendentes. Se mete siempre en unos líos
demenciales, pero nunca a posta. Su mayor problema es que se lo toma
todo al pie de la letra, es incapaz de entender un doble sentido o un
sarcasmo, y cree ciegamente que la institución del ejército es
infalible.
Švejk empieza sus peripecias cuando se
presenta voluntario para luchar en la primera guerra mundial, pero a
raíz de un malentendido las cosas se complican hasta el absurdo y el
buen soldado acaba siendo acusado de desertor. Entonces empieza para
él un periplo de desfilar ante tribunales militares, policías,
médicos, jueces, que se supone que tienen que juzgar si está
capacitado o no para luchar en el ejército. Él lo acepta todo con
buen ánimo, porque tiene la firme convicción que la autoridad
siempre tiene razón.
Algunos de los que se encuentran con
Švejk creen que es un idiota (y si le preguntan, él responderá que
sí que es un idiota, porque en el servicio militar efectivamente le
declararon como tal). Por otra parte, otros piensan que es un
caradura sarcástico que se está burlando de ellos en sus narices.
Pero todos acaban, tarde o temprano, perdiendo los nervios con él,
por sus meteduras de pata, por su verborrea parlanchina que nunca se
agota, y/o por su incapacidad de entender lo que es una pregunta
retórica y morderse la lengua. Así que continuamente le caen
amenazas de tribunales de guerra y se pasa sus buenos ratos castigado
en calabozos. Sin embargo, su buen ánimo no decae nunca, ni tampoco
el respeto por sus superiores.
De esta forma, Jaroslav Hašek construye una obra con aires de novela picaresca, con un humor absurdo delicioso, un lenguaje fresquísimo y una crítica brutal a la guerra pero también, de paso, a todas las instituciones jerárquicas; no sólo el ejército, sino también la iglesia, la policía, la política, etc. Es como un gran fresco que parece que lo abarca todo, en parte gracias al montón de anécdotas irrelevantes que el soldado Švejk suelta a la mínima ocasión, unas historias dentro de la historia que por lo general ridiculizan con una ironía salvaje los defectos humanos. Sí, definitivamente se trata de una novela bastante salvaje, en el sentido que no deja títere con cabeza y que es desenfadada hasta el descaro. Es una obra maestra de lo más intensa, con un ritmo trepidante, un humor desternillante y una crítica mordaz. Es una obra total, valiente y viva, incomparable, única.
De esta forma, Jaroslav Hašek construye una obra con aires de novela picaresca, con un humor absurdo delicioso, un lenguaje fresquísimo y una crítica brutal a la guerra pero también, de paso, a todas las instituciones jerárquicas; no sólo el ejército, sino también la iglesia, la policía, la política, etc. Es como un gran fresco que parece que lo abarca todo, en parte gracias al montón de anécdotas irrelevantes que el soldado Švejk suelta a la mínima ocasión, unas historias dentro de la historia que por lo general ridiculizan con una ironía salvaje los defectos humanos. Sí, definitivamente se trata de una novela bastante salvaje, en el sentido que no deja títere con cabeza y que es desenfadada hasta el descaro. Es una obra maestra de lo más intensa, con un ritmo trepidante, un humor desternillante y una crítica mordaz. Es una obra total, valiente y viva, incomparable, única.
2 comentarios:
Apuntada queda.
Por cierto, estoy leyendo (voy por la página 54 ;) http://www.siruela.com/catalogo.php?id_libro=2601&completa=S
¡Saludos!
De momento, éste es el libro que más me ha gustado de los que he leído este año, y a estas alturas ya no creo que ninguno lo supere.
Ah, no sabía que ya se había traducido Las luminarias. Si a caso, ya me contarás qué te ha parecido.
Saludos!
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