sábado, 22 de agosto de 2009

'Solsticio de invierno' de Peter Hobbs


En una época en la que prácticamente toda la literatura contemporánea parece que tiene que tratar de grandes sagas familiares, o bien tener una trama rebuscada e inverosímil que pase en diferentes países y en la que el azar juegue un papel determinante, o bien tiene que aparecer el escritor del libro como personaje o algún otro recurso de metaficción para las masas, es sorprendente encontrar un libro tan sencillo, pausado y sobrio como 'Solsticio de invierno' de Peter Hobbs, que se centra en las vivencias de un predicador metodista laico, en Inglaterra durante el 1870, recogidas en forma de diario. En un momento en que parece que todas las novelas se escudan detrás de la ironía y la metareferencia, es una maravilla encontrar una obra tan valiente que sea capaz de ser una zona totalmente libre de ironía y metaficción.

El libro es pausado y duro, lo elegí porque me enteré que el protagonista tenía 27 años y quería leerlo mientras yo aún tuviera 27 años, esperando encontrar, a pesar de la distancia que nos separa, coincidencias entre nosotros. Y así ha sido, porque a pesar de la distancia es un libro que habla de cosas universales en cualquier época: la nostalgia por la infancia perdida, la añoranza del hogar, la belleza del mundo, el amor, la enfermedad, la muerte, el sufrimiento, el dolor físico, el dolor psíquico, la soledad, la monotonia del trabajo, la sensación de que los días se nos escapan y no podemos hacer nada para retenerlos, la desilusión, la duda, el miedo... Es un libro tristísimo, que se lee con un nudo en la garganta, porque habla de la tristeza y el dolor que todos hemos sentido alguna vez. Charles Wenmoth tiene 27 años y divide sus días entre el trabajo como aprendiz de herrero y sus deberes de predicador. Vive lejos de casa y añora a su familia y a sus amigos, se siente solo y uno de sus pocos consuelos es visitar a Harriet French, una joven enferma, ciega y moribunda, de la que está enamorado, pero es incapaz de verlo o quizás no quiere verlo.

Charles Wenmoth tiene 27 años, pero se siente viejo, siente que ya es tarde para formar una familia y tiene la sensación de estar malgastando la vida. El libro es tristísimo. La progresión de Charles durante un año (un año en el que pasa de una simple añoranza por la libertad y la despreocupación de la infancia y una leve frustración hasta un sufrimiento insoportable, un miedo aterrador y un asco de existir) está perfectamente executada: la progresión es lenta pero implacable y al llegar al final ya no hay vuelta atrás y uno no podría describir cómo ha ocurrido porque todo ha sido tan progresivo que es necesario prestar mucha atención para advertir los cambios. Es una novela de las que ya no se hacen, una novela sobrecogedora e impactante por su dureza emocional. Es una descripción detallada de una depresión que cualquier persona podría padecer en cualquier época. Es como 'La campana de cristal' del siglo XIX.

2 comentarios:

La prima de Audrey dijo...

Lo tendré en cuenta. Desconocía al autor y por lo que cuentas me interesa pero por el asunto del que trata tendré q leerlo dentro de un tiempo. Saludos

Núria dijo...

El autor, además de éste, sólo ha publicado un libro de cuentos. Es muy jovencito, pero si todos sus libros son así yo espero que dure. Aunque es verdad es que 'Solsticio de invierno' es un libro muy duro y es verdad que es uno de esos libros que hay épocas que no conviene leer y vale más dejarlo para más adelante.

Saludos