jueves, 4 de noviembre de 2010

'El vicario de Wakefield' de Oliver Goldsmith



A veces me pregunto qué pensarán las generaciones futuras si se da el caso de que ven un episodio de ‘True Blood’. ¿Creerán que es una serie seria o se pensarán que es una parodia? ¿Pensarán que la perpetración de tópicos, tramas absurdas, escenas ridículas y giros argumentales inverosímiles son en serio o pensarán que son un guiño irónico hacia los espectadores? Yo misma no sería capaz de decirlo. Algo parecido (me) pasa con ‘El vicario de Wakefield’ de Oliver Goldsmith (escrita entre 1761 y 1762). Precisamente una vez escribí una historia en que dos personajes discutían a propósito de ‘El vicario de Wakefield’: el conservador opinaba que era una novela moralista mientras que el liberal defendía que era una parodia de una novela moralista. Yo no estoy nada segura, pero prefiero leerla como una parodia, porque así la puedo disfrutar más.

En ‘El vicario de Wakefield’ hay dos partes claramente distintas. La historia empieza cuando el reverendo Charles Primrose se queda en la ruina, porque su banquero le ha estafado. Es un golpe duro y al reverendo no le queda más remedio que trasladarse, con toda su familia, a una parroquia más humilde y llevar una vida sin ningún tipo de lujo. El reverendo se adapta fácilmente a este revés de la fortuna y sigue creyendo en la bondad del universo. Con algo más de tiempo su mujer y sus hijas también acaban conformándose. La primera parte de la novela es básicamente una novela costumbrista con un humor sutil e irónico, no muy diferente a cualquier novela de Jane Austen (que de hecho se ve que era fan de este libro, pero se ve que también lo eran Dickens, Goethe, Lampedusa, y muchos más). El humor se desprende de la oposición entre el reverendo, que es estricto, espiritual, religioso e idealista, y su mujer y sus hijas que no son mala gente pero son algo vanidosas. Y al ser tan opuestos no paran de hacerse la puñeta sutilmente. La novela está escrita en primera persona por el reverendo y, por tanto, no desaprovecha ninguna ocasión para dejar caer consideraciones morales, que yo me tomo como irónicas.

La segunda parte empieza cuando una de las hijas es raptada y a partir de ahí las desgracias se irán sucediendo al estilo del libro de Job e, igual que Job, el reverendo nunca perderá la fe en la bondad de la gente, ni dejará de creer que todo el mal que le sucede es la voluntad de Dios y, por tanto, está bien y todo terminará bien, sino aquí en la tierra, la recompensa estará en el cielo. Esta segunda parte es una novela sentimental con un malo malísimo, casualidades improbables, escenas peripatéticas, giros en la trama risibles, etc. Todo muy grotesco. Yo tiendo a pensar que realmente es sólo una parodia de las novelas sentimentales, porque todo es demasiado exagerado, caricaturesco e inverosímil. No sería tan distinto a los divertimentos que Jane Austen escribía para deleitar a su familia y amigos, como ese ‘Amor y amistad’, que es también una parodia de las novelas sentimentales.

Sin duda, yo prefiero la contención y el humor sutil de la primera parte a los excesos melodramáticos y el humor basto de la segunda. Además, en la segunda hay digresiones morales realmente pesadas que se alargan hasta el infinito, incluyendo lo que es una defensa de la filosofía del partido de los tories que el reverendo se saca de la manga. Y es todo algo difícil de digerir. Pero la primera parte es realmente exquisita y también hay momentos divertidos en la segunda. Es una novela que te hace sonreír, una lectura agradable, y al final le cogí mucho cariño al libro, a pesar de sus defectos.


4 comentarios:

La mujer Quijote dijo...

Para mí también es una parodia, tan de moda en la época. De todas maneras prefiero a Henry Fielding. Goldsmith era más arcaico (o tal vez quería que así pareciera).

Núria dijo...

Reconozco que Goldsmith tiene un punto de arcaico. Aún así, creo que es parte de su encanto. De Fielding no he leído nada. Siempre me ha llamado la atención el Tom Jones, pero es que es tan largo que nunca encuentro el momento.

La mujer Quijote dijo...

Aunque Tom Jones es la gran novela de Fielding, la más completa, sí, su tamaño echa para atrás un poco. Podrías intentarlo con algunas más cortas: Joseph Andrews (es picaresca más "blanca") o Jonathan Wild (más cínica).

Núria dijo...

Gracias por las recomendaciones. Veré si encuentro por ahí alguna edición aceptable a un precio módico :)