jueves, 10 de febrero de 2011

'Una afición peligrosa' de Patricia Highsmith


Éste ha sido mi segundo acercamiento a Patricia Highsmith; el primero fue ‘Pequeños cuentos misóginos’. ‘Una afición peligrosa’ recoge cuentos escritos por Highsmith entre 1952 y 1982, la mayoría de ellos inéditos hasta después de su muerte. Pero mientras que ‘Pequeños cuentos misóginos’ me pareció un libro brillante, redondo y perfecto, éste me ha parecido algo irregular: tiene unos cuentos muy buenos pero otros que sólo no están mal. Aunque lo curioso del caso es que los siete primeros cuentos del libro me han encantado, mientras que los siete segundos sólo me han parecido aceptables o regulares. Puede que esto parezca una coincidencia demasiado improbable y que alguien llegue a opinar que lo que haya pasado es que los cuentos probablemente tengan todos más o menos la misma calidad pero que yo me haya cansado de leer cuentos cortados por el mismo patrón uno detrás de otro. Pero yo diría que no ha sido esto.

El problema es que los últimos cuentos son cuentos básicamente sobre asesinatos y, aunque tienen el sentido del humor negro típico en Highsmith, son demasiado previsibles y con personajes demasiado esquemáticos como para resultarme realmente interesantes. El único cuento con asesinato que me ha gustado es el que da título al recopilatorio y me ha gustado porque, aunque también en cierto modo es previsible, lo importante no es tanto contar cómo ha ocurrido el asesinato, cómo el asesino lo ha escondido y si lo van a atrapar o no (tal como pasa en los otros), sino describirnos al protagonista, que en este caso se salva de caer en el esquematismo y la excesiva superficialidad. Los otros seis cuentos son más atípicos, frescos y originales. Hay un cuento sobre una mujer que se muere e inevitablemente examina su vida y otro sobre una pareja que vuelve a Alemania después de haber vivido un tiempo exiliados en Inglaterra. Hay uno realmente inteligente, complejo y absorbente sobre la relación de un hombre solitario y depresivo con el perro inteligente y elegante que le ha regalado la mujer que le ha dado calabazas.

Pero probablemente los que más me han gustado son dos cuentos optimistas que tratan sobre lo buenas que pueden ser algunas personas cuando menos te lo esperas, algo que sorprende terriblemente en una escritora con tan fama de misántropa como Patricia Highsmith. Uno está protagonizado por un hombre que es un perdedor de lo más gafe, pero que se da cuenta que tiene el apoyo y el afecto de sus conciudadaons, mientras que el otro está protagonizado por un señor mayor amante de los periquitos y generoso con sus vecinos, pero que se dedica a hacer pequeños trapicheos para poder acabar de ganarse la vida. Y se trata de dos cuentos realmente bonitos. Aún así, es curioso ver como una ternura extraña y una especie de melancolía dulce están presentes en muchos de los cuentos de este recopilatorio, no sólo en estos dos. Pero esto no quiere decir que Highsmith deje de ser ácida y caiga en la cursilería, simplemente quiere decir que puede escribir también cuentos deliciosos y optimistas.


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