martes, 15 de febrero de 2011

'Los habría salvado si hubiera podido' e 'Historias de Nachman' de Leonard Michaels



Sigo leyendo ‘Los cuentos’ de Leonard Michaels, pero me los voy dosificando poco a poco porque no quiero que se me terminen demasiado pronto. A finales del año pasado leí las ‘Historias de Nachman’, que es lo último que escribió y que no llegó a publicarse hasta después de su muerte, y hace una semana terminé ‘Los habría salvado si hubiera podido’, que fue su segundo recopilatorio de cuentos y muy parecido al primero (‘De aquí para allá’). Estos primeros cuentos siguen siendo cuentos que uno tiene que masticar mucho, con paciencia y constancia, y ni aún así está asegurado que uno llegue a digerirlos bien. Son difíciles, herméticos, y muchas veces sin línea argumental, pero Michaels escribe tan bien que te hipnotiza, no importa que no acabes de saber qué cuenta la historia, porque entiendes perfectamente de qué va. Más que contar hechos, quiere transmitir sensaciones, principalmente sensaciones angustiantes y pesadillescas, pero con una pizca de humor.

De los cuentos de ‘Los habría salvado si hubiera podido’ hay algunos que probablemente están entre los mejores cuentos que he leído nunca: ‘Asesinos’ es sobre el fin de la infancia a través del descubrimiento del sexo, la violencia y la muerte; ‘En los años cincuenta’ es un relato evocador de una época pasada, pero que sea pasada no quiere decir que forzosamente sea buena; ‘El jardín de Trotsky’ es un ejercicio postmoderno que toma prestado el asesinato de Trotsky para reflexionar sobre un tema totalmente distinto; ‘Algunos se rieron’ relata con humor amargo las penurias de un profesor universitario para publicar un libro; y ‘Reflexiones de un joven salvaje’ cuenta de una forma original una variante del típico tema del tema del amante escondido en el armario.

Los cuentos de ‘Historias de Nachman’ son bastante distintos. Michaels abandona el experimentalismo, cuenta historias lineales y escribe con un estilo sobrio y depurado. Son siete cuentos protagonizados por Nachman, un matemático judío de cierta fama que vive solo pero que es capaz de disfrutar de la compañía de otras personas, que tiene una vida bastante gris y rutinaria pero que es capaz de encontrar placer en las pequeñas cosas. Y son siete cuentos en los que Nachman se enfrenta a un pequeño dilema moral, un pequeño dilema moral del día a día, nada del otro mundo, pero esto no quiere decir que sea fácil de resolver. Es probablemente lo que más me ha gustado de lo que he leído de Leonard Michaels.

Podría parecer que los cuentos de al final de su vida no se parecen en nada a los primeros, pero yo diría que entre ellos hay una evolución natural. Siempre llega un punto en que el experimentalismo se agota y luego (para mí) es bastante lógico decantarse por la sencillez como último atrevimiento, pero lo cierto es que Michaels siempre tiene la misma capacidad lírica y evocadora. Así, entre el principio y el final de su obra, el estilo y los personajes sí que son radicalmente distintos, pero en el fondo las historias que cuentan son las mismas y creo que sus cuentos siempre reflejan cierta preocupación moral, en el sentido que los primeros describen acciones inmorales pero como si estuvieran buscando un tipo de castigo o de expiación, o probablemente las dos cosas.

Nachman es una persona madura, reposada y serena, mientras que los personajes de los primeros cuentos son un alter ego del autor, jóvenes torturados, impulsivos, egoístas y crueles. Me gusta pensar que Nachman es también un alter ego del Leonard Michaels maduro y que él evolucionó junto a sus personajes y que al final encontró algo de la paz y la redención que parece estar buscando cuando siendo joven decidió escribir los cuentos que decidió escribir en su juventud, unos cuentos llenos de sentimiento de culpa y auto-odio.



2 comentarios:

Elena Rius dijo...

Me parece muy atractivo lo que comentas. No conozco a Leonard Michaels, pero tomo nota para mis próximas lecturas. Gracias.

Núria dijo...

Yo hasta el año pasado tampoco lo conocía. Es más o menos de la misma generación que Philip Roth, pero es mucho menos prolífico y al principio de su carrera radicalmente experimental, así que supongo que en parte esto explica que no sea realmente muy conocido. Pero vale la pena conocerlo. Probablemente mi mejor descubrimiento literatio del año pasado.

Saludos :)