lunes, 6 de octubre de 2008

'La niña del pelo raro' de David Foster Wallace

4 + 5 + 3 + 4 + 2 + 5 + 4 + 3 + 3 + 3 = 36

36 : 10 = 3,6

Ésta sería la fórmula que explicaría mi valoración de los relatos de 'La niña del pelo raro'. Por supuesto, esto no quiere decir absolutamente nada. Mi ejemplar tiene una etiqueta de la FNAC que me informa que costó 8,45 €uros y tiene la fecha 05/06/03. Por tanto, lo debí leer por primera debe hacer unos cinco años. Desde entonces, aunque no lo parezca, debo haber cambiado mucho. Aunque sólo sea porque ahora 'La niña del pelo raro' me ha gustado mucho más, supongo que porque he pillado muchas más cosas de las que pillé la primera vez. Ahora he podido ver que en el que fue su segundo libro ya hay muchas de las características del típico DFW que yo tanto adoro. Aún así hay todo un trecho entre 'La niña del pelo raro' y el último libro que publicó ('Extinción'), toda una evolución (y ahora es de rigor preguntarse , aunque sea retóricamente, ¿hasta dónde podría haber llegado?), pero en 'La niña del pelo raro' ya hay dos relatos que consiguen provocarme esa sensación que es por la que quiero tanto a David Foster Wallace, ya hay dos relatos que consiguen hacer que me duela el corazón. Y unos cuantos que me parecen magníficos y también despiertan mi envidia.

Hacer una reseña (o algo) de un libro de relatos siempre se me hace chungo, porque lo que me apetecería hacer sería comentar mis relatos favoritos, pero parece que lo que más se estilaría sería intentar buscar cosas en común en todos los relatos. Vamos a ver, ¿qué pueden tener en común los relatos de 'La niña del pelo raro'? 1) El uso de ciertas técnicas o premisas típicas de la literatura posmoderna, básicamente el hecho de que el propio texto es consciente que sólo es un texto de ficción; 2) El uso de personas reales en una historia de ficción, ya sean presentadores de televisión o presidentes de Estados Unidos, o también escritores posmodernos, aunque se les haya cambiado el nombre, porque está claro que el profesor Ambrose es el escritor posmoderno John Barth (o como mínimo una parodia de él); y 3) el uso de un sarcasmo pasivo-agresivo de lo más sutil marca de la casa, dirigido tanto al mundo de la televisión como la política o la literatura, pero también un sentido del humor grotesco y absurdo.

Probablemente mi cuento favorito (tanto esta vez como la anterior) haya sido 'Por suerte, el ejecutivo de cuentas sabía practicar la reanimación cardiopulmonar'. Es una anécdota de sólo 10 páginas pero alta densidad emocional. No ocurre básicamente nada: Son más de las diez de la noche y el ejecutivo de cuentas y el vicepresidente encargado de la producción exterior, que trabajan en oficinas distintas, se dirigen a casa, coinciden y luego al vicepresidente encargado de la producción exterior le da un patatús, pero, por suerte, el ejecutivo de cuentas sabía practicar la reanimación cardiopulmonar. Y ahí se termina todo. Con un final que no es un final. Con un final típico de DFW. Lo que me gusta del cuento es lo que tanto me gusta de David Foster Wallace: su atención obsesivo-compulsiva por el más mínimo detalle, su exasperante descripción y análisis de los más mínimos gestos y procesos de pensamiento. Esta descripción agotadora (agotadora en el sentido que agota todo lo que se puede describir) hace que el cuento transmita perfectamente cierto estado de ánimo. En mi caso, cuando lo termino de leer, siento que todo es futil, que no podemos ayudarnos los unos a los otros, que no podemos entendernos, y me duele el corazón.

Mi otro cuento favorito es 'Aquí y allí'. Curiosamente de este no me acordaba absolutamente de nada. Lo había borrado completamente de la memoria. Quizás ni siquiera lo había borrado, quizás había dejado tan poca huella en mí que ni siquiera necesitaba olvidarlo. Probablemente no estaba preparada. La historia parece la típica de pareja-que-rompe y tenemos la versión de los dos, que evidentemente no coincide, pero rápidamente te das cuenta que él es un capullo y te dices que es perfectamente normal que la chica le diera la patada. Pero llega el giro final y te compadeces del presunto capullo. Y esto es lo que tanto me gusta de DFW: que es capaz de hacer que sienta empatía por alguien que en condiciones normales detestaría. Y lo consigue haciéndome ver que en el fondo tenemos miedo de lo mismo. Además, me he dado cuenta que el tema del cuento no es pareja-que-rompe (con el clásico subtema de incomunicación y blablabla) sino vida-intelectual-con-sus-análisis-teóricos-y-abstractos-como-refugio versus vida-real-con-sus-riesgo-y-su-dolor, y como las dos mundos se excluyen y como muchos no podemos optar ni por uno ni por otro. Supongo que por la época en que lo leí aún no lo había asimilado con la profundidad que lo he asimilado ahora.

Tres de los cuentos que recordaba con más claridad eran los tres cuentos que más reflejan la cultura popular de nuestra época, a saber, los dos de la tele y el del presidente Lyndon B.Johnson (el presidente más feo de la historia según Jerry Seinfeld). Probablemente sean los más accesibles. 'Mi aparición' es sobre la aparición de una actriz de televisión de segunda fila en el programa de David Letterman. El marido de la actriz está acojonado porque tiene miedo que Letterman con su sarcasmo hiriente la deje en ridículo delante de todo el país y no para de aleccionarla para que sepa esquivar los dardos de Letterman. Si yo fuera David Letterman me habría cabreado un montón. Tiene una mala leche impresionante. Es un análisis sobre lo corrosiva (y perjudicial) que puede llegar a ser la ironía, porque nos puede llegar a pasar como la actriz del cuento, que cuando hablemos en serio crean que estamos hablando de coña, porque en un mundo donde la ironía es la reina del cotarro no hay lugar para la sinceridad y la verdad, porque nos mofaremos de los que son sinceros y veraces. Es un cuento genial porque con un estilo pasivo-agresivo critica a alguien que también se refugia en un estilo pasivo-agresivo. Y estoy segura de que el cuento está al tanto de esta paradoja.

Del mismo modo que hay novelas totales, yo defiendo que también hay cuentos totales. Para mí, un cuento total es aquel cuento que, normalmente bajo un reparto coral, consigue reflejar todo un mundo, una sociedad o una época. Ejemplos de cuentos totales serían 'Las joyas de los Cabot' de John Cheever y 'En el molino' de Jose María Eça de Queirós. Y también 'Animalitos inexpresivos' de DFW. Trata de una chica de 20 años, a la que su madre abandonó en un poste al lado de una carretera con su hermano autista. La chica de 20 años ahora se ha convertido en la concursante más lóngeva de Jeopardy! y ahora sale con la chica que redacta las preguntas del programa. Y posiblemente esto sea lo más parecido a una historia de amor que ha escrito DFW. Y es preciosa. Y muy triste. Pero el cuento también se centra en todos los personajes que intervienen en el concurso y funciona de una manera perfecta y describe todo un mundo que es el nuestro.

'Lyndon' es un relato sobre el presidente Lyndon B. Johnson (LBJ) narrado por un ayudante homosexual que lo idolatra y que empezó trabajando con él como repartidor del correo. Recordaba el cuento perfectamente porque el LBJ de DFW es tronchante, chaval. Es un cuento que probablemente no existiría sino antes no hubiera existido 'Robert Kennedy saved from drowning' de Donald Barthelme (acabo de descubrir a Barthelme pero ya lo quiero, más detalles pronto). El narrador conoce a LBJ cuando está en la cumbre de su fuerza y después del ascenso narrará la caída, que en este caso básicamente se traduce en decadencia física, una decadencia física que va de pareja con la del narrador, que probablemente se esté muriendo de SIDA. Me encanta que la decadencia de LBJ empieze justo cuando sucede el asesinato de Kennedy, es decir, justo antes de ser nombrado presidente. Es también un cuento sobre ideales y lealtad. Y en último término es un ejercicio de equilibrismo sobre los límites de la realidad y la ficción. Es impecable.

Tengo una relación de amor/odio con 'Hacia el oeste, el avance del imperio continúa'. Es un cuento chungo. Aunque más que un cuento es una novella, porque tiene casi 200 páginas. Es realmente chungo. Lo analizo y lo analizo y noto que se me están escapando muchas cosas. Me gusta la trama, pero las digresiones posmodernas me cansan: me gusta la idea que hay detrás de ellas pero me cansa la forma insistente en la que están plasmadas. Creo que es un cuento que refleja la relación de amor/odio y dependencia/repulsión que sentía DFW respecto la literatura posmoderna. Es un texto que se queja sobre los tics de la literatura posmoderna pero para quejarse de los tics de la literatura posmoderna tiene que emplear estos mismos tics de la literatura posmoderna. Por ejemplo, se queja de las digresiones metaliterarias de la literatura posmoderna pero para hacerlo tiene que emplear digresiones metaliterarias. Es esquizofrénico. Y aún no sé si me encanta o lo odio. Es un cuento que empieza, con un narrador en primera persona del plural, en una clase de escritura creativa. Dos de los niños de la clase luego se van a la Reunión De Todos Los Que Han Aparecido Alguna Vez En Un Anuncio de McDonald's, junto con otro chico que sigue queriendo ser actor de anuncios a pesar de que tiene la cara llena de quistes por culpa de un desafortunado accidente. Pero hay problemas porque pierden el vuelo que les tocaba y luego el tipo que ha diseñado los anuncios de MacDonalds los recoge en el coche montado a piezas de su hijo, que es un músico minimalista pero que ahora está trabajando haciendo de payaso Ronald McDonald. También recogen una azafata atractiva que resulta ser la hija del profesor de la clase de escritura creativa. Un lío, vamos.

Tengo la teoría que los seis que van en ese coche reflejan seis características diferentes de la literatura de DFW. Por ejemplo, la azafata se queja de que siempre ha sido un objeto, nunca un sujeto. Y bueno, los personajes femeninos como sujetos femeninos no son el fuerte de DFW (Joelle Van Dyne de 'La broma infinita' es el caso más flagrante). El chico que quiere ser actor a pesar de estar desfigurado debe ser la vanidad de DFW y su deseo de gustar. La chica de la clase de escritura creativa se hace llamar posmoderna y todo el mundo la odia está claro que es la herencia posmoderna de DFW. El publicista es la herencia de la cultura popular. El Ronald McDonald minimalista puede ser sus florituras formalistas. Luego también está el otro chico de la clase de escritura creativa que quiere escribir algo que te rompa el corazón pero que no escribe nada; y ésta es la parte de DFW que yo más quiero. Y por si esto no fuera lo suficientemente desconcertante, luego este personaje, que es nada más ni nada menos que el alter ego de DFW, resulta que escribe un relato en el protagonista (y alter ego del personaje de DFW) se llama Dave y pasa por un montón de mierda, cárcel y violaciones incluídas. Y yo me digo: "¡Joder, Dave, eran necesarias tantas muñecas rusas para decirnos que te odias a ti mismo!" Es esquizofrénico. Pero lo que me gusta más del relato es que los tres chicos jóvenes que van en el coche tienen las mismas dudas y los mismos miedos pero son incapaces de ver que pueden existir otras personas que estén pasando por lo mismo. Solipsismo al cubo, esto me encanta.


Relatos de 'La niña del pelo raro' que se pueden encontrar en Internet (e inglés):

- 'Todo es verde', relato muy breve sobre los problemas de (in)comunicación entre una pareja, bastante a lo Raymond Carver.
- 'Mi aparición', sobre la aparición de una actriz de televisión de segunda fila en el programa de David Letterman, con esa mala leche pasivo-agresiva tan típica de DFW.

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