viernes, 31 de octubre de 2008

'Ruido de fondo' de Don DeLillo


Este año leí mi primer DeLillo y no me convenció. Se trataba de 'Body Art'. Pero había en él cierto potencial que sí que me convenció. Y sabía que tarde o temprano volvería a leer a DeLillo. E incluso intuía que esta nueva vez me gustaría. Ahora que me ha gustado, ahora que he conocido la vocación ensayística de DeLillo y entendido su sentido del humor, quizás me gustaría 'Body Art'. O quizás no, porque no deja de ser citada como una obra "prescindible". Ahora que he leído 'Ruido de fondo' ya puedo decir que DeLillo me gusta. Incluso podría decir que lo quiero. Si hay escritores con los que te gustaría casarte, escritores de los que te gustaría ser amiga para toda la vida, escritores que te gustaría que hubieran sido profes tuyos, a mí me gustaría ir al supermercado con Don DeLillo.

'Ruido de fondo' es una novela sobre estudios culturales y miedo a la muerte. Y es una comedia. Una comedia inteligente y sin estridencias que fluye de manera impecable. También tiene alma de ensayo. Y es la mezcla más equilibrada y perfecta entre novela y ensayo que he leído nunca (mucho más que los existencialistas franceses, dónde va a parar). Jack Gladney es un profesor universitario de mediana edad. Es el mayor y más reputado experto en estudios hitlerianos (aunque no sabe hablar alemán). Vive en una casa idílica con su mujer, sus hijos de anteriores matrimonios (tanto de él como de ella), y la televisión y la radio, que son como un miembro más de la familia que prácticamente interviene también en las conversaciones familiares. Es una novela en la que prácticamente no pasa nada. Pero está tan bien escrita que todas y cada una de las frases se leen con extremo placer. Y, como no pasa nada y está tan bien escrita, es perfecta para releer (y saborear) fragmentos al azar. Y encima es divertidísima. Es una mirada irónica a nuestra obsesión por ser espectadores de catástrofes (sean televisadas o en directo), una sátira de como la cultura popular ha creado un imaginario colectivo que modifica la percepción que tenemos de nuestras experiencias personales, una parodia tanto del idílico consumismo de los suburbios como una parodia de una parodia del idílico consumismo de los suburbios, una disección humorística de la desinformación que reina en la sociedad de la información (no hay nada que no se haya dicho el otro día por la televisión), etc.

En esta novela hay un departamento de estudios culturales que se dedica a estudiar las etiquetas de los cereales, muchas visitas al supermercado, una oda a las marcas blancas, un escape de un misterioso gas tóxico a la atmosfera, un medicamiento experimental que cura el miedo a la muerte, un seminario de accidentes de coche, rumores de avistamientos de ovnis y profecías varias, puestas de sol perfectas por culpa de la contaminación ambiental, un equipo de simulacros de accidente que aprovecha una catástrofe real para ensayar un simulacro, un adolescente que quiere entrar en el libro de los récords encerrándose en una jaula llena de serpientes, una pareja de ancianos que se pierde durante días en las inmediaciones de un centro comercial, unas monjas alemanas que sólo fingen tener fe para que los que no tienen fe no la pierdan, una niña que dormida recita los modelos de Toyota como un mantra, etc. Es una novela ligeramente apocalíptica como ligeramente apocalíptico es el mundo en que vivimos. El ruido de fondo es la información que nos llega constantemente a través de los medios de comunicación pero también los rumores que nos llegan a traves del boca-oreja, una información que (en ambos casos) la mayor parte de las veces no tiene fundamento. Pero el ruido de fondo es también la muerte que por más que intentemos ignorarla está siempre ahí, en el fondo. Creo que no he leído nunca un libro que describa (e intente explicar) mejor el mundo en el que vivo (aunque ya hace más de 20 años que fue escrita). Es genial. Es divertida e inteligente. No le puedo pedir nada más.

Panasonic.

Unos cuantos fragmentos de 'Ruido de fondo' en inglés (por lo tanto, de 'White noise') escogidos al azar para intentar transmitir la sensación que podría tener alguien que lo ojeara en una librería.

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