sábado, 23 de abril de 2011

¡Feliz Sant Jordi!


¡Feliz día del libro (en todo el mundo)!
¡Y feliz día de los enamorados (en Catalunya)!


lunes, 18 de abril de 2011

'Una burla lograda' de Italo Svevo


Italo Svevo es uno de mis escritores favoritos. No es que me guste decir que es de mis favoritos porque siempre se queda muy bien citando a un escritor relativamente minoritario como favorito, pero tengo que reconocer que el hecho de que sea tan relativamente poco conocido (y aún menos leído) hace que le quiera un poco más, como para compensar la falta de amor que recibe de otros lectores. Svevo me gusta porque trata algunos de los temas literarios que más me gustan y porque lo hace de la forma que más me gusta. Los protagonistas de Italo Svevo normalmente son literatos de poca monta, provincianos y ensimismados, unos pringados de campeonato. Y los temas que Svevo trata a partir de estos personajes son (casi siempre) la distancia entre realidad y ficción, vida y literatura, el mundo ideal y el mundo real, lo que uno espera de la vida y lo que en realidad ésta le proporciona. Y encima lo describe con un sentido del humor amargo, agridulce y/o melancólico, con una ironía distanciadota deliciosa. Además, es capaz de describir su Trieste natal de una forma tan eficaz que, aunque yo nunca he estado allí ni por asomo, no dejo de tener la sensación que conozco esta ciudad a la perfección.

‘Una burla lograda’ es un relato breve, de sólo unas 50 páginas, pero es toda una joya. Es típico Svevo: el protagonista es un literato perdedor que se cree más importante de lo que en realidad es y que será engañado por alguien que se aprovechará de su visión idealizada del mundo. En este caso, lo que más me ha sorprendido es que Svevo deja claro que el protagonista es ridículo, pero aún así también nos dice que en cierto modo es un personaje (casi) noble porque tiene algo de lo que nadie debería nunca burlarse: ilusión. Me ha sorprendido porque Svevo suele ser mucho más cruel con sus personajes. Supongo que se explica porque este relato no es nada más que una fábula sobre un hombre que escribe fábulas. Y eso que a mí normalmente no me gustan las fábulas, su simplificación me cansa y el moralismo me hace perder los nervios, pero en este caso Svevo no se pone moralista, deja que seamos nosotros quién juzguemos a los personajes y saquemos nuestras conclusiones, y a la vez su detallismo, su descripción minuciosa de los sentimientos y los procesos mentales por los que pasa el protagonista hacen que este cuento se pueda describir de cualquier modo menos “simple”.

El protagonista de ‘Una burla lograda’ es Mario Samigli, un escritorzuelo de casi 60 años, que en su juventud publicó una novela que pasó sin pena ni gloria, y que ahora lo único que escribe son fábulas protagonizadas por pajaritos, unas fábulas que no enseña a nadie pero que le sirven para desahogar un poco su frustración. Porque, en verdad, la vida de Mario es de lo más frustrante, una vida tremendamente gris. Aún así, Mario sigue teniendo sueños, aún sueña que algún día ocupará un sillón destacado en la república de las letras. Lo que pasa es que un (supuesto) amigo le parará una trampa elaborada para reírse de él, concretamente para burlarse de sus sueños (que serán todo lo ridículos que uno quiera, pero no dejan de ser sueños). Y todo solamente porque este (supuesto) amigo un día también soñó con ser un reputado escritor pero ya hace tiempo que dejó de hacerlo, y no puede evitar sentir envidia de Mario que aún tiene la capacidad de soñar. Explicado así, puede parecer que la cosa va a ser muy cursi, pero Svevo nunca es cursi, es más dulce que normalmente pero la historia no deja de tener un punto amargo. Es una obra de ritmo pausado pero constante, perfectamente equilibrada, rica en detalles y matices. Lo dicho, una pequeña joya.



lunes, 4 de abril de 2011

'El teniente de Inishmore' de Martin McDonagh



La acción de ‘El teniente de Inishmore’ de Martin McDonagh empieza cuando Davey encuentra un gato negro con la cabeza destrozada en medio de la calle. Hay gente que cree que cruzarse con un gato negro trae mala suerte, pero está claro que en este caso cruzarse con este gato negro en concreto con el cerebro hecho añicos no va a llevar a nada bueno, porque este gato negro era de Padraic, el hijo de Donny, un psicópata que ni siquiera los del IRA lo quisieron porque estaba demasiado pirado. Donny y Davey están en un apuro muy chungo porque este gato era el único ser en el mundo al que Padraic amaba y cuando se entere que ha piñado querrá hacer picadillo a alguien y lo más probable es que quiera hacer picadillo a Donny y a Davey porque son los principales sospechosos del asesinato.

Conocía a Martin McDonagh, porque era el guionista y director de la película ‘In Bruges’, una comedia muy negra y muy recomendable con un final de regusto casi trágico, pero no tenía ni idea que también escribiera obras de teatro. ‘El teniente de Inishmore’ es una farsa hiperviolenta con un humor muy negro que a veces raya lo grotesco. Es como una mezcla entre la serie ‘Father Ted’ y el cine de Tarantino, aderezada con unas gotas del humor absurdo de los Monty Python. El mensaje de fondo está claro que es que la violencia es un sinsentido que no soluciona nada, pero queda algo diluido porque la obra no es nada más (ni nada menos) que una farsa y, como toda farsa, solo pretende hacer reír a través de la caricatura y el trazo grueso. Pero no es fácil hacer una farsa bien hecha, una que sea divertida de verdad sin caer en lo chusco ni lo fácil y barato.

‘El teniente de Inishmore’ tiene un ritmo trepidante, unos cuantos giros sorprendentes, unos diálogos frescos e ingeniosos, y un montón de momentos divertidísimos. Donny y Davey son un dúo cómico impagable. Son como dos clowns, pero aquí no hay un payaso listo y uno tonto, los dos son realmente tontos por más que quieran hacerse el listo. Me recuerdan un poco a Vladimir y Estragón de ‘Esperando a Godot’ pero en mucho más estúpidos. Bueno, de hecho todos los personajes destacan por las pocas luces que tienen, como consecuencia las situaciones son imprevisibles pero una ya prevé que las cosas se enmarañarán de mala manera y que no pueden acabar bien. Es una obra delirante pero que mantiene un extraño equilibro y que no deja de ser “una pieza bien hecha”.