lunes, 30 de junio de 2014

'Qué fue de Sophie Wilder' de Christopher R. Beha



El título de 'Qué fue de Sophie Wilder' es bastante inequívoco; tal como se puede adivinar, la novela trata de averiguar qué le pasó a Sophie Wilder, qué le llevó a pasar de ser una escritora prometedora llena de vida y entusiasmo, a convertirse en alguien desengañado y sin ninguna ilusión. Pero una transformación parecida le pasa también a Charlie, el personaje que intenta averiguar qué fue de Sophie Wilder; así, Charlie pasa de ser un idealista a ser un cínico que no se toma en serio en nada y que se escuda detrás de una ironía amarga, aunque en el fondo probablemente desearía poder volver a una época en que había cosas que sí que tenían importancia e ideas que se podían defender de forma ardiente. En el fondo se trata de la transformación universal del postadolescente idealista en el joven desengañado al que ya le toca entrar en la madurez. 

Sophie y Charlie se conocen en la universidad y les gusta regalarse principios de historias, ya que comparten una pasión indomable por crear y escribir historias, hasta el punto que acaban confundiendo realidad y ficción. Su relación es tan intensa que les conlleva aislarse del mundo y, al ser tan intensa, inevitablemente se acaba rompiendo, porque los límites empiezan a ser difusos y la dependencia limitadora. Diez años después, se reencuentran y las cosas han cambiado mucho. Charlie, una vez más, jugará a inventarse una historia sobre Sophie, a la vez que Sophie inventa una historia sobre el moribundo padre de su marido, un hombre solitario y con muchos secretos. A veces, inventar historias puede ser un acto liberador que nos acerque a la verdad, pero otras veces buscar la verdadera historia puede llegar a destruirnos. 

La novela es un juego de espejos entre realidad y ficción, una acumulación de relatos en forma de muñecas rusas, un laberinto narrativo muy interesante y veraz. 'Qué fue de Sophie Wilder' es rabiosamente contemporánea pero a la vez tiene un aroma de novela clásica, una novela sobre el fin de las ilusiones de la juventud, sobre amores perdidos irrecuperables, sobre una pasión desmedida por la literatura, sobre la fe religiosa como intento de dar sentido a la vida, sobre expectativas no cumplidas y fracasos amargos, sobre el vacío de la realidad frente al poder de la ficción. Se trata, pues, de una novela muy muy recomendable, escrita con agilidad y desenfado, pero también sinceridad y emoción. 

miércoles, 4 de junio de 2014

'La ladrona de libros' de Markus Zusak



La verdad es que pensaba que odiaría con toda mi alma 'La ladrona de libros'. No porque parece que todo el mundo lo ama, sino por dos otras razones. La primera es que los libros sobre la Alemania nazi y/o el holocausto generalmente me producen urticaria, a no ser que los haya escrito un testimonio de primera mano; que alguien que no pasó por esta situación la use para colarnos un libro sentimental me parece casi moralmente reprobable. Y la segunda es porque me enteré que la narradora de la novela era la Muerte y este es el típico truco que el autor usa para parecer original e interesante, pero que no aporta absolutamente nada. Ahora puedo decir que no estaba equivocada. 

A ver, es cierto que el libro es sentimentaloide y se nota que nos está manipulando con los trucos más sucios que al autor se le ocurren para que lloremos a moco tendido. Y no es menos cierto que un narrador omnisciente de toda la vida sería más lógico que tener a la Muerte haciéndose la interesante y soltando digresiones que sólo hacen que entorpecer la trama real. Pero afortunadamente la Muerte la mayoría del rato parece sólo un narrador omnisciente de toda la vida y antes de llegar al debacle lacrimógeno del final en la novela hay momentos interesantes y tiernos sin ser pastelosos. 

Lamentablemente también tengo que decir que los personajes resultan planos y meras excusas para tener una trama. Así, la ladrona de libros es una niñita adorable y valiente a la que le gustan los libros, pero poco más. Y ya que estamos puestos, otro problema es que los personajes están demasiado idealizados, visten demasiado a la perfección el encorsetado papel de resistentes valerosos ante la barbarie nazi. El personaje que me ha gustado más ha sido el de la madre adoptiva, que por fuera es una mujer brusca y aparentemente fría, pero en realidad tiene un corazón bondadoso. Otro tópico, cierto; pero está bien llevado. Quizás lo que haya hecho que no odie la novela es que, si bien está llena de tópicos, en general todos están bien llevados. 

A parte de tener la Muerte como narradora, hay otros tics estilísticos que son igual de insoportables porque no aportan absolutamente nada, como ciertas filigranas tipográficas y el uso sin ton ni son de palabras en alemán en medio de la narración. Además, el amor por los libros que quiere transmitir la novela es demasiado abstracto para mi gusto, muy funcional y desapasionado. 

Y a pesar de todo, no he odiado el libro. Quizás es que yo también me he dejado manipular por él, pero lo cierto es que me han gustado sobre todo las partes más costumbristas, como el aprendizaje de la lectura por parte de la protagonista, los partidos de fútbol y los juegos con su mejor amigo, las tareas que le encomienda su madre y que al principio cumple de mala gana, el ambiente que se respira en ese barrio pobre del extraradio, etc. Hay momentos que realmente valen la pena y, como ya he apuntado, aunque la trama y el estilo sean muy manidos, funcionan bastante bien.