viernes, 17 de mayo de 2013

'El mar, el mar' de Iris Murdoch




‘El mar, el mar’ es un novelón de Iris Murdoch. Más de 700 páginas. Y aún así, como se suele decir, se lee rápido, engancha de lo lindo. Es el primer libro que leo de esta escritora y me ha encantado el dominio que tiene del tempo narrativo, los sorprendentes giros argumentales que dan una fuerte sacudida a toda la trama, y la creación de una atmósfera que bascula entre el realismo típico de los novelones del siglo XIX y un aire de pesadilla onírico-fantástico muy particular y original.

El protagonista de ‘El mar, el mar’ es un director teatral que, después de una vida de éxitos y amoríos varios se retira a una casita de un pequeño pueblo costero con la intención de escribir sus memorias. Allí encontrará a su amor de adolescencia, aún no superado, porque a lo largo de los años se ha dedicado a idealizarlo hasta el absurdo, de modo que se emperrará en recuperarlo, por más que ella se haya convertido en un ama de casa casada algo anodina.

Pero este antiguo amor no será la única persona del pasado que se le aparecerá al protagonista; todo lo contrario. Se vuelve a encontrar con tantos fantasmas del pasado que llega un momento en que su casita parece el camarote de los hermanos Marx. El protagonista se reencuentra por casualidad con tantos conocidos en ese pueblo dejado de la mano de Dios que a veces resulta algo inverosímil. Y creo que esta sensación de inverosimilitud es buscada.

En un momento de la novela el hermano del protagonista (un soldado budista, poeta aficionado y esteta; Murdoch es una crack a la hora de crear personajes raros y aparentemente contradictorios) cuenta que algunos tibetanos creen que las almas de los muertos, mientras esperan la reencarnación, vagan por una especie de limbo donde se les aparecen visiones o demonios que dependen de la vida que ha llevado el muerto en cuestión. Algo parecido le pasa al protagonista en este pueblucho: se le aparecen demonios del pasado, reencarnaciones de viejos arrepentimientos o frustraciones. Y así se le presenta la oportunidad de quedar en paz con ellos o de volver a cagarla.

El protagonista de ‘El mar, el mar’ es un pájaro de cuidado, misógino hasta la médula y egocéntrico y egoísta hasta límites insospechados. En general, todos los personajes son bastante despreciables y sus motivaciones son enmarañadas y contradictorias. Pero es precisamente así como me gusta a mí; me parece más real. Además, como se trata de una novela en primera persona, sólo tenemos el punto de vista del protagonista y no se tiene que ser muy avispado para darse cuenta de que no nos podemos fiar de él, que probablemente nos está engañando, por la sencilla razón que también se está auto-engañando a si mismo. Pero esto también me encanta, porque me da la sensación que la autora me propone entrar en un juego y a mí me pirra jugar.

Se termina la novela y aún quedan muchas cosas en el aire, el protagonista no nos lo ha contado todo, y la historia no deja de tener un punto de ambigüedad casi fantasiosa. No creo que esté arruinando la novela a nadie si digo que el protagonista llega a ver un extraño monstruo marino. Es una novela extraña: sigue muchos de los cánones de la literatura realista más clásico y luego tiene ramalazos oníricos de lo más atípicos, hasta el punto en que ocasiones podemos llegar a dudar de lo que es realidad y lo que es fantasía. Pero creo que esto es uno de sus mayores encantos, lo que la hace original y duradera.