sábado, 28 de diciembre de 2013

'Peyton Place' de Grace Metalious





‘Peyton Place’ fue escrito en los años 50; el éxito fue tan grande que luego llegó una secuela. Después, la novela se convirtió en película, y finalmente en serie de televisión, que probablemente es la forma que más le pegue a esta historia, porque al fin y al cabo es un culebrón. Lo sabía antes de empezarlo, pero aún así me esperaba más. No sé, esperaba engancharme más y empatizar más con los personajes. Tiene las virtudes de un culebrón: se lee rápido, y no aburre sino que entretiene. Pero también sus defectos: personajes horriblemente planos y unos clímax histéricos y manidos que caen en un ridículo bastante estrepitoso.

Supongo que se tiene que reconocer el valor de la propuesta, que tiene algo de fundacional. Quiero decir que debe de ser uno de los primeros libros que explota el ahora tópico esquema de pueblo aparentemente idílico de familias modélicas de puertas afuera pero que esconden secretos más o menos escabrosos de puertas adentro. Así, se atreve a tocar temas como el sexo prematrimonial, el incesto, el aborto, los abusos sexuales, el caciquismo de los poderosos, etc. Y él que a mí más me ha parecido más interesante (por más poco habitual): la sexualidad femenina, desde el despertar hasta el redescubrimiento pasando por la represión.

Se tiene que reconocer que Grace Metalious sabe escribir y prueba de esto es la manera deliciosa en la que describe el paso de las estaciones, que además le dan al libro una estructura circular y bien cerrada. También me ha gustado mucho como describe el día a día intrascendente del ambiente de pueblo, los abuelos sentados siempre en el mismo sitio marujeando, los tejemanejes del cacique que tiene a todo el pueblo sometido, o la amistad entre el director del diario local y el doctor del pueblo. Me han gustado menos los amoríos y otros tópicos culebronescos, que son demasiado previsibles y gastados. En este sentido, a Metalious le preocupa más la acción (que pasen cosas, muchas cosas, y que sean muy fuertes, y no importa si parecen forzadas) que no construir unos personajes con verdadera entidad, y es una pena, porque esta novela podría haber sido muy grande, pero sólo se queda en correcta. 


viernes, 13 de diciembre de 2013

'Pastoral Americana' de Philip Roth





La primera vez que vemos al protagonista de ‘Pastoral Americana’ lo vemos desde un punto de vista externo, a través de las palabras de alguien ajeno a su vida, mediante los ojos de un antiguo compañero de instituto, que de él sólo conocía la faceta pública de estrella del deporte juvenil, prácticamente un héroe admirado por todos y que encima destaca por su modestia. Vamos, un cúmulo de perfecciones que encarna el sueño americano, ya que es un judío de origen humilde que se hace a sí mismo, que se casa con una  antigua Miss Nueva Jersey, que prospera y que crea un hogar idílico en un pueblecito apacible.

Sin embargo, si el libro se limitara a narrar el éxito de un personaje tan perfecto sería bastante insufrible. Al menos para mí. Por más que Philip Roth escriba bien; cosa que sí que hace: escribe como si escribir fuera lo más fácil del mundo, sus palabras fluyen con un ritmo plácido y sereno. Afortunadamente pronto nos enteramos que la vida del protagonista se truncó de forma brusca e irreparable cuando su hija se convirtió en una terrorista de izquierdas e hizo añicos el sueño americano de su padre.

No estoy desvelando nada de más. Philip Roth nos cuenta los hechos desde buen principio y el resto de este novelón se lo pasa intentando buscar una explicación, ahondando en los detalles, dando vueltas y más vueltas a lo mismo. El caso es que no hay una explicación, que las cosas pasan y nunca sabemos el por qué, que podemos analizar una y otra vez el mismo problema pero nunca encontramos una solución. El protagonista se obsesiona con encontrar una justificación que le aporte paz, no deja de torturarse intentando averiguar qué hizo mal, se pasa los días intentando completar un puzzle sin tener en cuenta que le faltan muchas piezas, porque una persona nunca puede conocer realmente a otra persona.

La narrativa de Roth en ‘Pastoral Americana’ refleja a la perfección esta sensación de estar caminando en círculos y de no avanzar nunca. Poco a poco va añadiendo detalles y nuevos hechos pero estos no sólo no ayudan a esclarecer el misterio sino que encima lo hacen más incomprensible. El libro está lleno de flashbacks y flashforwards, pero el protagonista está siempre en el mismo sitio, sin poderse explicar nada. Toda la novela es un tour de force en el que nunca decae la intensidad, pero las últimas 100 páginas ya son lo más, porque es un clímax que realmente dura más de 100 páginas, una cena en la que el mundo del protagonista que se aguantaba precariamente termina por derrumbarse del todo, cosa que le sumerge en una perplejidad aún mayor.

Es una novela que enfrenta la idea burguesa del sueño americano (amasar riqueza, comprarse una casita, encarnar la familia perfecta) con la conciencia de izquierdas (¿a qué precio se consigue todo esto? ¿quiénes salen perjudicados?) y Roth lo plantea con objetividad, sin tomar partido a favor de ningún bando. Es un libro en cierto modo oscuro, porque pasan cosas realmente extrañas que no podemos entender, pero también porque nos acaba diciendo que, en cualquier momento, de la forma más inesperada, todo se puede ir a la mierda. 


jueves, 5 de diciembre de 2013

Algunos cuentos de Nina Berberova





Nina Berberova fue una escritora rusa que tuvo que exiliarse después de la Revolución, malvivió unos años en Paris (donde tuvo que pasar por otra guerra, una ocupación alemana y otra posguerra de propina), y luego se volvió a exiliar a Estados Unidos. Allí, al fin, las cosas mejoraron un poco, fue profesora universitaria y siguió escribiendo, pero prácticamente sin publicar. Al final, en sus últimos años, llegaron las publicaciones, las traducciones y el éxito. Tarde, pero llegaron.

Sus personajes comparten con ella una vida azarosa por culpa de las circunstancias históricas, las dificultades del exilio y los sinsabores de una vida de penalidades. Yo diría que su obra es un poco una mezcla de la de Jean Rhys y la de Irène Némirovsky, porque de la primera tiene algo de su tristeza y de la segunda parte de su crudeza.

Lo primero que leí de Berberova fue un libro que recopilaba dos relatos largos: ‘La acompañante’ y ‘El lacayo y la puta’. Es lo más duro y cruel que he leído de ella. Ahí demuestra tener una visión pesimista del género humano que no tiene nada que envidiar a la de Némirovsky. ‘La acompañante’ narra la relación entre una chica que no ha tenido nada en la vida y una mujer que lo ha tenido todo; la primera se dedica a tocar el piano para la segunda, que es una famosa cantante. Es una relación llena de admiración, envidia y odio, todo a la vez; una relación malsana, con un sutil erotismo soterrado. Por su parte, ‘El lacayo y la puta’ es protagonizado por una mujer sin blanca que deambula por los bares de Paris (un poco como las protagonistas de las novelas de Jean Rhys), esperando encontrar algún hombre que le pueda dar algo de dinero.

Después leí ‘La peste negra’, que es otro libro que recopila otros tres relatos suyos. El tercero es un cuento pseudo futurista que no sé cómo encajar en su producción y que me parece totalmente olvidable. Pero los otros dos son auténticas joyas. Protagonizadas otra vez por exiliados rusos en Paris que luchan por sobrevivir contra las adversidades, están llenos de tristeza sin esperanza. Son realmente sobrecogedores, a la vez que sobrios.

Y lo último que he leído de Berberova ha sido ‘Las damas de San Petersburgo’, libro que recoge dos cuentos, que me ha parecido que tenían un toque clásico a lo Chéjov.  Estos aún están ambientados en Rusia, en los confusos primeros días de la Revolución y de la guerra civil. Las protagonistas son dos mujeres que se encuentran solas en un lugar ajeno y rodeadas de desconocidos, que pasan por un momento realmente difícil (que incluye enfermedad y/o muerte) y viven en sus propias carnes el egoísmo de la gente que no moverá ni un dedo para ayudarte ya que todo el mundo sólo procura por si mismo.

Empecéis por lo que empecéis de Nina Berberova yo diría que no os va a decepcionar. A mí aún no me ha decepcionado y tengo intención de seguir leyendo más cosas de ella, todas las que pueda, porque capta a la perfección sentimientos como la melancolía, la tristeza, la soledad y la crueldad. Es realmente una delicia. 

miércoles, 17 de julio de 2013

'De repente llaman a la puerta' de Etgar Keret






¿Que quién es Etgar Keret? Pues para mí es la gran esperanza de la literatura contemporánea. Y sí, soy capaz de soltar semejante elogio y quedarme tan tranquila. Podría decir que Edgar Keret es un escritor israelí que se caracteriza por su originalidad y por la frescura de su estilo, pero no le estaría haciendo justicia. Cuando ya pensaba que estaba todo inventado y estaba convencida que todos los autores contemporáneos que pretenden ser originales acaben siendo cansinos, me encuentro con este hombre que me demuestra que estaba equivocada. Puede hablar de los temas de siempre (relaciones entre hombres y mujeres, padres e hijos, la soledad y la sensación de ir a la deriva) pero lo hace de una forma que parece completamente nueva.

‘De repente llaman a la puerta’ es una colección de cuentos impecable. Se trata de cuentos realmente breves (hay 37 cuentos en un total de unas 200 páginas, así que haced la cuenta), pero esta brevedad no impide que estos cuentos sean intensos y profundos, todo lo contrario. Keret tiene un estilo particular, ágil y fresco, con toques fantásticos y metaficcionales, con un sentido del humor sutil y amargo y a veces también absurdo, y una capacidad para la melancolía exquisita. Sus cuentos son originalísimos, inesperados, te llevan por caminos que cuando empiezas a leer no puedes ni sospechar, porque están llenos de giros imprevisibles y deliciosos. De verdad que es algo realmente diferente, unos relatos que incorporan lo fantasioso y sobrenatural de una forma totalmente realista, que mezclan a la perfección humor y tristeza, que encuentran el equilibrio justo entre la originalidad formal y la de fondo, y que sin duda te emocionan.

domingo, 2 de junio de 2013

'El ángel Esmeralda' de Don DeLillo






Don DeLillo es un tipo que, no sé por qué, me cae bien. En las fotos tiene pinta de hombre severo y que está por pocas bromas, pero a mí me da la sensación que en realidad es un tipo cordial y amable con el que puedes conversar fácilmente de cualquier cosa (creo que esta idea se desprende de las pocas muestras que he podido leer de su correspondencia con David Foster Wallace).

He leído dos de los novelones de Don DeLillo (‘Ruido de fondo’ y ‘Libra’) y los dos me encantaron. Pero, como sus novelones suelen ser bastante largos (y a mi los libros largos pueden llegar a estresarme, en parte es por eso que no llegué a terminar ‘Submundo’), en ocasiones me he decantado por leer alguna de sus novelitas más cortas (concretamente ‘Body art’ y ‘Punto Omega’) y en estas ocasiones me he quedado algo decepcionada, porque me ha dado la sensación que parten de una buena idea pero se alargan demasiado y me he quedado con el convencimiento de que estas novelitas quedarían mejor con menos páginas, en forma de cuento. Por eso, cuando vi que ‘El ángel Esmeralda’ era una recopilación de sus cuentos me dije que tenía que leerlo.

Los cuentos de ‘El ángel Esmeralda’ son puro DeLillo, pero tengo que reconocer que se trata de una colección algo irregular. Por ejemplo, una prisión de baja seguridad para condenados por fraude o corrupción y que se dedican a seguir por la televisión las noticias de la caída de la bolsa presentadas por dos niñas pizpiretas pero muy profesionales es algo que sólo se le podría ocurrir a DeLillo. Es un escritor capaz de escribir ensayos en forma de cuentos que diseccionan nuestra sociedad capitalista y hacerlo de un modo casi paródico pero a la vez absolutamente serio.

Hay algunos cuentos (como el antes citado) que se quedan simplemente en una buena idea desarrollada de forma algo decepcionante y/o cansina (porque si hay algo que se le tiene que reconocer a Don DeLillo es que siempre tiene buenas ideas). Pero luego también hay otros cuentos realmente buenos. Me gustó mucho el del tipo atrapado en un lujoso resorte de vacaciones en el Caribe que se levanta cada día par intentar coger un vuelo pero nunca puede, pero acaba no importándole tanto, acaba habituado a esta nueva rutina. O también el de dos profesores norteamericanos trabajando en Grecia a los que les sorprende un terremoto y las consiguientes réplicas y, a partir de entonces, se apodera de ellos el miedo y la paranoia. Estos dos, con su aire de pesadilla paranoica me parecieron excelentes.

Después también me gustó mucho el cuento del tipo que corre por el parque y presencia el secuestro de un niño; es sólo una anécdota pero a partir de ella dice tantas cosas sobre nuestra forma de pensar y nuestros temores. Y finalmente también está el cuento de los dos universitarios que se dedican a seguir a un tipo que se encuentran por la calle e inventan una vida para él, un cuento interesantísimo sobre la identidad y el autoengaño de la ficción, algo de lo que también habla el cuento de un tipo que pasa los días recorriendo la ciudad yendo de cine en cine. Lo dicho, Don DeLillo tiene las mejores ideas, las más originales, las más certeras. 


viernes, 17 de mayo de 2013

'El mar, el mar' de Iris Murdoch




‘El mar, el mar’ es un novelón de Iris Murdoch. Más de 700 páginas. Y aún así, como se suele decir, se lee rápido, engancha de lo lindo. Es el primer libro que leo de esta escritora y me ha encantado el dominio que tiene del tempo narrativo, los sorprendentes giros argumentales que dan una fuerte sacudida a toda la trama, y la creación de una atmósfera que bascula entre el realismo típico de los novelones del siglo XIX y un aire de pesadilla onírico-fantástico muy particular y original.

El protagonista de ‘El mar, el mar’ es un director teatral que, después de una vida de éxitos y amoríos varios se retira a una casita de un pequeño pueblo costero con la intención de escribir sus memorias. Allí encontrará a su amor de adolescencia, aún no superado, porque a lo largo de los años se ha dedicado a idealizarlo hasta el absurdo, de modo que se emperrará en recuperarlo, por más que ella se haya convertido en un ama de casa casada algo anodina.

Pero este antiguo amor no será la única persona del pasado que se le aparecerá al protagonista; todo lo contrario. Se vuelve a encontrar con tantos fantasmas del pasado que llega un momento en que su casita parece el camarote de los hermanos Marx. El protagonista se reencuentra por casualidad con tantos conocidos en ese pueblo dejado de la mano de Dios que a veces resulta algo inverosímil. Y creo que esta sensación de inverosimilitud es buscada.

En un momento de la novela el hermano del protagonista (un soldado budista, poeta aficionado y esteta; Murdoch es una crack a la hora de crear personajes raros y aparentemente contradictorios) cuenta que algunos tibetanos creen que las almas de los muertos, mientras esperan la reencarnación, vagan por una especie de limbo donde se les aparecen visiones o demonios que dependen de la vida que ha llevado el muerto en cuestión. Algo parecido le pasa al protagonista en este pueblucho: se le aparecen demonios del pasado, reencarnaciones de viejos arrepentimientos o frustraciones. Y así se le presenta la oportunidad de quedar en paz con ellos o de volver a cagarla.

El protagonista de ‘El mar, el mar’ es un pájaro de cuidado, misógino hasta la médula y egocéntrico y egoísta hasta límites insospechados. En general, todos los personajes son bastante despreciables y sus motivaciones son enmarañadas y contradictorias. Pero es precisamente así como me gusta a mí; me parece más real. Además, como se trata de una novela en primera persona, sólo tenemos el punto de vista del protagonista y no se tiene que ser muy avispado para darse cuenta de que no nos podemos fiar de él, que probablemente nos está engañando, por la sencilla razón que también se está auto-engañando a si mismo. Pero esto también me encanta, porque me da la sensación que la autora me propone entrar en un juego y a mí me pirra jugar.

Se termina la novela y aún quedan muchas cosas en el aire, el protagonista no nos lo ha contado todo, y la historia no deja de tener un punto de ambigüedad casi fantasiosa. No creo que esté arruinando la novela a nadie si digo que el protagonista llega a ver un extraño monstruo marino. Es una novela extraña: sigue muchos de los cánones de la literatura realista más clásico y luego tiene ramalazos oníricos de lo más atípicos, hasta el punto en que ocasiones podemos llegar a dudar de lo que es realidad y lo que es fantasía. Pero creo que esto es uno de sus mayores encantos, lo que la hace original y duradera.

jueves, 28 de marzo de 2013

'Odio, amistad, amor, noviazgo, matrimonio' de Alice Munro




Más de una vez he visto que alguien criticaba a Alice Munro por escribir siempre de lo mismo; y más de una vez yo he defendido que no importa que (supuestamente) escriba siempre la misma historia si lo hace tan bien. La llaman la Chekhov canadiense y tienen razón, porque tiene el mismo dominio del relato corto: sabe compactar un mundo vivo en unas pocas páginas, sabe describir personajes complejos y humanos en unos pocos trazos, sabe ir dosificando la información poco a poco para mantenerte enganchada, sabe dotar a sus historias de un aire de melancolía perfecto, y sabe que lo más importante de un cuento es el final y que éste tiene que ser potente (un bang que te haga reconsiderar todo lo que has leído y le dé un sentido total e inesperado).

Uno de mis relatos favoritos de ‘Odio, amistad, amor, noviazgo, matrimonio’ es precisamente el que da título al libro. Es una novela en miniatura. Es deliciosamente sorprendente porque salta de una mujer seca haciendo unos recados muy importantes a un hombre mayor al que un pequeño cambio le desbarata su rutina, de las travesuras no del todo inocentes de un par de niñas a los problemas y mentiras de un perdedor nato. Es una maravilla como Munro enlaza estos personajes, estas historias, estos temas, que en principio parecen tan dispares, y acaba construyendo un relato original, extraordinario y vivo, muy vivo.

Luego vienen los cuentos ya más típicos en Alice Munro, pero igualmente deliciosos. Cuentos sobre encuentros breves entre hombres y mujeres, relaciones que se quedan sólo en un principio y no se materializan, porque los personajes saben que al materializarse perderían su magia y es mejor conservar el recuerdo de un momento que está lleno de posibilidades. Me gusta especialmente el de los amigos de infancia que se reencuentran por casualidad en casa de unos amigos y van a jugar a golf y les sorprende una tormenta terrible, y no pasa nada más, pero en realidad ha pasado mucho, se han contado muchas cosas. Munro habla de momentos mágicos de auténtica comprensión entre dos personas, momentos en que sobran las palabras. Munro habla de la esperanza en medio de la rutina, de momentos de luz en medio de la realidad gris.

Hay también, en estos cuentos, una gran presencia de la enfermedad y la muerte. Todos están protagonizados por mujeres, algunos incluso narrados en primera persona por mujeres, y yo que no soy muy amante de los narradores en primera persona, en estos casos me encanta que Munro use un narrador-protagonista, le da aún más veracidad a la historia; no puedo dejar de pensar que el de la tía Alfrida que no ve con buenos ojos que la protagonista se dedique a escribir tiene que ser autobiográfico de tan sincero que suena. Y no es que los otros no suenen sinceros (¡todo lo contrario!) pero éste puede que sea el que más.  He dicho que todos están protagonizados por mujeres, pero en realidad son todos menos el último, en que un marido tiene que ver como su mujer va perdiendo la memoria por culpa del Alzheimer, y que es desgarrador, pero tan real, real como todos los cuentos de Munro, reales como la vida. 

lunes, 4 de febrero de 2013

'Libertad' de Jonathan Franzen





Vale que quizás no pueda ser del todo objetiva, porque soy lo que se podría llamar fan de Franzen, pero esto no quita que ‘Libertad’ sea un novelón. Tampoco es ninguna sorpresa; ‘Las correcciones’ ya lo era. Cuando digo “novelón” me refiero a una novela de esas que ya (casi) no se escriben, de esas novelas largas con personajes memorables por lo bien escritos que están, de esas novelas inteligentes y complejas que son capaces de retratar con fidelidad una época concreta pero que a la vez tienen ese aroma a clásico que te hace intuir que van a aguantar el paso del tiempo. Me ha gustado incluso más que ‘Las correcciones’, entre otras cosas, porque aunque las dos enganchan muchísimo, ‘Las correcciones’ tiene algunos (pocos) altibajos que ‘Libertad’ no tiene.  

Otra vez se trata de la historia de una familia realmente jodida que se está desintegrando, una historia enmarcada en un contexto social muy concreto que le permite a Franzen hacer un comentario crítico de lo mal que está el mundo, una crítica que en ningún momento entorpece la narración. Ésta vez la familia está formada por un matrimonio entre un hombre bueno ecologista y una exjugadora de baloncesto que se ha convertido en ama de casa para cuidar a sus hijos. Pero ese matrimonio en realidad es más bien un triángulo, porque se le tiene que sumar el mejor amigo del marido, una estrella del rock. 

Pero éste no es el único problema, también está la complicada relación que el hijo de esta familia mantiene con sus padres, porque se trata de un niño que ha crecido siempre acompañado de la adulación de su madre y que ahora sólo le preocupa hacer la mayor cantidad de dinero en el mínimo tiempo posible, cosa que involucrará hacer negocios sucios con la ocupación de Irak (aunque que quede claro que Franzen no raja sólo de la guerra de Irak y el capitalismo descarnado, sino también de la superpoblación, la limitación de los recursos naturales y la presunta libertad, claro está; más que nada las libertades individuales que acaban entrando en conflicto, pero también como las elecciones que tomamos libremente pueden acabar siendo una prisión). 

Todos los personajes son personas egoístas y narcisistas, ensimismadas en sí mismas, gente bastante odiable. Y aún así (o quizás precisamente por esto) son perfectamente reales. Me gusta que incluso el hombre bueno y generoso, amante de la naturaleza y los pájaros (un poco un alter ego de Jonathan, no lo neguemos) también quede como un capullo, por lo pasivo-agresivo, egocéntrico y colérico que puede llegar a ser. Y ya que estoy enumerando cosas que me han gustado, voy a decir que algo que me ha encantado especialmente ha sido la relación de amistad competitiva entre el alter ego de Jonathan y la estrella del rock, que no deja de ser un alter ego de David Foster Wallace, y no sólo porque masque tabaco y sea un pendón, no lo neguemos. 

Pero, aún así, lo mejor de ‘Libertad’ no llega hasta las últimas 100 páginas y es lo que la distingue más (y para mejor, según mi opinión) de la anterior novela de Franzen. Mientras que ‘Las correcciones’ era terriblemente amarga y se notaba que era obra de un escritor amargado e irado, en ‘Libertad’ hay una evolución hacia la reconciliación con el entorno, con los que nos rodean y con nosotros mismos. Nos viene a decir que  del mismo modo que puede que algún día seamos capaces de dejar la ira y los viejos rencores atrás, también es posible que a los que hemos hecho daño sean capaces de perdonarnos por nuestros errores. Y es ahí donde Franzen me ha hecho llorar. De verdad. Y esto no es algo que hayan conseguido muchos escritores. Y Franzen lo ha hecho de forma honesta y sincera, de forma magnífica; como magnífico es todo en este novelón. 

domingo, 20 de enero de 2013

Libros en el 2012


Con veinte días de retraso, vengo a postear la lista completa de los libros que leí el año pasado. Entre los propósitos de año nuevo, bien podría haber incluido el de escribir más en este blog, pero daría lo mismo, porque los propósitos de año nuevo nunca los cumplo. Prueba de esto es que en el 2012 tampoco llegué a leer los 80 libros que me había propuesto leer. Igual que el 2011, me quedé en 72 libros, que tampoco está mal. 


Enero
01. 'Maus' de Art Spiegelman
02. 'El mapa y el territorio' de Michel Houellebecq
03. 'El prisionero del Cáucaso y otros relatos' de Vladimir Makanin
04. 'El gourmet solitario' de Jiro Taniguchi y Masayuki Kusumi
05. 'Estudio en escarlata' de Arthur Conan Doyle 
Febrero
06. 'Et si c'était vrai' de Marc Levy
07. 'Cuentos que acaban mal' de Géza Csáth
08. 'Los siete ahorcados' de Leonid Andreiev
09. 'En vísperas' de Ivan Turguenev 
Marzo
10. 'La poursuite du bonheur' de Michel Houellebecq
11. 'Las aventuras de Sherlock Holmes' de Arthur Conan Doyle
12. 'Falconer' de John Cheever
13. 'La vida de las mujeres' de Alice Munro 
Abril
14. 'Sonámbulo y otras historias' de Adrian Tomine
15. 'La classe de neige' de Emmanuel Carrère
16. 'El quinto en discordia' de Robertson Davies
17. 'Ayer' de Agota Kristof
18. 'Un zoo en invierno' de Jiro Taniguchi
19. 'El amor de Mitia y otros relatos' de Ivan Bunin
20. 'Por qué he matado a Pierre' de Alfred y Olivier Ka
21. 'Dafnis y Cloe' de Longus
22. 'El caminante' de Jiro Taniguchi 
Mayo
23. 'Submarino' de Joe Dunthorne
24. 'Nunca me has gustado' de Chester Brown
25. 'Cuentos crueles' de Auguste Villiers de L'Isle-Adam
26. 'Una vida errante. Volumen uno' de Yoshihiro Tatsumi
27. 'Familia' de Ba Jin
28. 'La sonota a Kreutzer' de Lev Tolstói
29. 'Fun Home. Un tragicómico familiar' de Alison Bechdel
30. 'Encanto y compañía' de Edith Wharton 
Junio
31. 'Truman Capote' de Ande Parks y Chris Samnee
32. 'El tiempo es un canalla' de Jennifer Egan
33. 'Cooper o las soledades elementales' de Patrick Lapeyre
34. 'No importa' de Agota Kristof
35. 'Polina' de Bastien Vivès
36. 'Algún día este dolor te será útil' de Peter Cameron
37. 'El paréntesis' de Élodie Durand 
Julio
38. 'Stoner' de John Williams
39. 'Las memorias de Sherlock Holmes' de Arthur Conan Doyle
40. 'Oleanna' de David Mamet
41. 'La acompañante. El lacayo y la puta" de Nina Berberova
42. 'El adversario' de Emmanuel Carrère
43. 'Cinco mil kilómetros por segundo' de Manuele Fior 
Agosto
44. 'Viaje al pasado' de Stefan Zweig
45. 'Libra' de Don DeLillo
46. 'El mes más cruel' de Pilar Adón
47. 'La dama del perrito' de Anton Chéjov
48. 'Pollo con ciruelas' de Marjane Satrapi
49. 'Un asesinato que todos cometemos' de Heimito von Doderer 
Septiembre
50. 'Habitaciones privadas' de Cristina Peri Rossi
51. 'Electra' de Sófocles
52. 'Los impostores' de Christian Cailleaux
53. 'El rey pálido' de David Foster Wallace
54. 'La tía Tula' de Miguel de Unamuno
55. 'Berlín: Ciudad de piedras. Libro uno' de Jason Lutes 
Octubre
56. 'Filoctetes' de Sófocles
57. 'Amphigorey además' de Edward Gorey
58. 'Chevengur' de Andrei Platónov
59. 'Ciudad abierta' de Teju Cole
60. 'Perverzión' de Yuri Andrujovich 
Noviembre
61. 'Shortcomings' de Adrian Tomine
62. 'Bodas en casa' de Bohumil Hrabal
63. 'Cosas transparentes' de Vladimir Nabokov
64. 'Sábado por la noche y domingo por la mañana' de Alan Sillitoe
65. 'Luna de miel' de Leonard Michaels 
Diciembre
66 y 67. 'Mrs.Bridge/Mr.Bridge' de Evan S. Connell
68. 'La niña del faro' de Jeanette Winterson
69. 'La leyenda de una casa solariega' de Selma Lagerlöf
70. 'La vida es buena si no te rindes' de Seth
71. 'Huracán en Jamaica' de Richard Hughes
72. 'Hambre' de Knut Hamsun



Como parece que igualmente nunca voy a ser capaz de leer 80 libros en un año, ni siquiera 75, este año me he propuesto leer menos libros. Por supuesto hay una pequeña trampa en esta proposición, porque no se puede dejar de ser competitiva, vanidosa y esnob de un día para otro. La trampa es que me propongo leer libros más o menos gordos, teniendo en cuenta que yo considero libros gordos los que ya tienen más de 350 páginas. 

El problema era que estaba tan agobiada en leer el mayor número de libros que esto hacía que pocas veces me animara a leer un libro largo que me pudiera durar más de una semana, porque tenía que leer como mínimo un libro por semana. Con lo cual he llegado a acumular en mi lista de libros para leer una gran cantidad de libros de unas 400 páginas o más, que a este paso nunca iba a leer. De ahí este cambio.

Aún así, mi plan es leer como mínimo 50 libros en el 2013, pero además leer algunos que hace ya mucho tiempo que quiero leer, pero nunca me animo porque son demasiado largos. Y para que quede constancia voy a escribir aquí la lista de estos libros gordos que me propongo liquidar de una vez por todas. Son 12: uno para cada mes. Entre medio voy a leer libros más cortos y/o más ligeros que me vaya encontrando por el camino, pero los 12 en cuestión son:

01. ‘Libertad’ de Jonathan Franzen
02. ‘Almas muertas’ de Nikolái Gógol
03. ‘Pastoral americana’ de Philip Roth
04. ‘Peyton Place’ de Grace Metalious
05. ‘Europa Central’ de William T. Vollmann
06. ‘Besarabia’ de Iliá Mitrofanov
07. ‘Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio’ de Alice Munro
08. ‘Titus Groan’ de Mervin Peake
09. ‘Los días contados’ de Miklós Bánffy
10. ‘Trampa 22’ de Joseph Heller
11. ‘El buen soldado Svejk’ de Jaroslav Hasek
12. ‘La impaciencia del corazón’ de Stefan Zweig

Reservas / en el banquillo 
a. ‘El mar, el mar’ de Iris Murdoch
b. ‘Arthur y George’ de Julian Barnes
c. ‘Los Buddenbrook’ de Thomas Mann

miércoles, 2 de enero de 2013

'La leyenda de una casa solariega' de Selma Lagerlöf




‘La leyenda de una casa solariega’ de Selma Lagerlöf es una novela especial, distinta a todas las demás. Tiene la base de una novela realista de gran profundidad psicológica, pero también posee la épica de las leyendas tradicionales y la magia de los cuentos infantiles. Aunque es algo atípica, es una de las historias de amor más bonitas que he leído nunca. Sin embargo, es probable que si me parece tan bonita realmente sea porque es atípica. 

Los protagonistas son una huérfana sin un verdadero hogar y un joven de familia rica venida a menos que, después de perder la casa familiar, cae en una locura particular. Las vidas de estos dos personajes se cruzan varias veces pero ellos son incapaces de reconocerse; coinciden, se salvan varias veces el uno al otro, se enamoran, pero siguen siendo incapaces de reconocerse. Esto en la realidad, porque en el mundo de los sueños sí que son capaces de reconocerse tal como son y amarse. 

La casa en decadencia del título está basada en la casa familiar donde Selma Lagerlöf pasó su infancia, una casa que después la familia perdió por culpa de las deudas. Selma nunca olvidó esa casa, se puso a escribir, se hizo famosa, ganó el Nobel y, al fin, pudo volver a comprar la casa. La casa es más que una casa, es como un palacio encantado de un cuento de hadas, un ser vivo que refleja el estado de ánimo y los sentimientos de quienes lo habitan. Y es ahí donde reside el mayor talento de Selma Lagerlöf: en saber combinar a la perfección el mundo real con la fantasía. En esta novela, el mundo de las ensoñaciones es tan real como el mundo real; los dos están perfectamente entrelazados. 

‘La leyenda de una casa solariega’ en último término habla del poder redentor y sanador del amor, un concepto que para algunos puede parecer anticuado, pero a mí no. Habla de cómo un pequeño gesto de una persona puede cambiar la vida de otra, entiende el amor como un fuerza capaz de salvar a las personas, como la unión de dos almas castigadas por el destino. Pero también habla de la importancia de la belleza de la música (y por extensión, del arte) y de la naturaleza, como las dos únicas cosas que nos pueden hacer conservar la cordura. A parte del amor, claro está.