domingo, 22 de abril de 2012

'Ayer' de Agota Kristof



De todas las reseñas que he escrito, la que ha despertado más estupor seguro que ha sido la de 'El gran cuaderno', la primera parte de la trilogía de Claus y Lucas de Agota Kristof. Me dejó demasiado descolocada y me provocó un montón de comidas de tarro sobre la función de la literatura y lo moralmente correcto ante la explotación del dolor de una tragedia colectiva, cosa que hizo que fuera incapaz de decidir si me había gustado o no, así que al final acabé concluyendo que ni lo uno ni lo otro. Aún así, no descarté seguir leyendo a Kristof en el futuro. Todo lo contrario. Además, varios comentarios me animaron a ello. Y por fin el momento ha llegado y ahora sí que puedo decir que Kristof me gusta. Al menos esta vez sí que me ha gustado. 

‘Ayer’ es una novela brevísima, más bien un relato largo. La contraportada la define como una historia de un amor imposible, pero más que la historia de amor entre dos personajes concretos, yo diría que es el deseo de un hombre por encontrar un amor perfecto, que redima su existencia y que dé sentido a su vida, lo cual efectivamente es imposible. El protagonista viene de una infancia miserable hasta lo grotesco, lo cual ya veo que es marca de la casa, pero como mínimo esta vez Kristof no se ensaña excesivamente en ello y, al dotar a su personaje de sentimientos, me lo hace creíble y cercano. 

Pero la parte que más me ha gustado ha sido la del protagonista cuando ya está en el exilio, con un trabajo monótono hasta la exasperación en una fábrica, y una vida rutinaria, gris y sin ningún aliciente, excepto el de soñar con la llegada de una mujer llamada Lina que ama sin conocerla y que está convencido de que es lo que le falta a su vida para tener sentido. Es una novela seca y áspera, concisa y llena de aristas, pero a la vez bella porque, aunque la felicidad sea imposible, simplemente aspirar a ella ya es una hazaña admirable, porque en un mundo de conformistas desear algo más ya es una heroicidad. Es por todo esto que ‘Ayer’ me ha llegado tan hondo, que me ha tocado tan de cerca, que me ha gustado tanto.


domingo, 15 de abril de 2012

'El quinto en discordia' de Robertson Davies



‘El quinto en discordia’ es el primer libro de Robertson Davies que leo y, quizás sea porque he oído tantas alabanzas sobre él, pero la verdad es que me ha decepcionado. Reconozco que es un buen narrador; es sólo que no me interesa lo que me cuenta. No es que sus personajes sean antipáticos o simpáticos, es que me parecen sosos y no me parecen ni remotamente interesantes. Reconozco que el punto de partido es original: contar la historia no de un protagonista ni de un antagonista sino del quinto en discordia, ese personaje que casi no tiene papel pero que es quien hace avanzar la trama; pero me parece una buena idea desaprovechada.

Lo que pasa con los quintos en discordia en todos los libros es que son personajes que no están desarrollados, que son una simple herramienta en manos del autor para que la historia avance, y yo esperaba que en esta ocasión se nos contaría más de este arquetipo, pero la verdad es que me pareció un personaje totalmente plano. Gris no tiene que ser lo mismo que plano. Pero el problema es que ninguno de los personajes me pareció ni pizca de interesante. Absolutamente ninguno. Me da la sensación que Davies es uno de esos escritores que le interesa dar más importancia a la trama que a los personajes, mientras que yo soy todo lo contrario. Voy a ser justa y diré que a Davies también le interesa quedar como un erudito y yo no voy a negar que lo sea.

Pero lo que me ha irritado más de esta novela es la forma en la que son presentadas las mujeres. A ver, el amigo del narrador/quinto en discordia se casa dos veces y la primera mujer es una cabeza de chorlito con un sentimentalismo histérico y la segunda es una manipuladora ambiciosa. Encima, tenemos una loca en el desván, por más que cueste de creer. Me encabrona tanto que a estas alturas aún salga este tópico y no tratado de una forma posmoderna y auto-reflexiva, sino de una forma totalmente seria y como si fuera lo más normal.

A ver, la primera parte, que pasa en el pueblo de Deptford y que se centra en la infancia del protagonista, me gustó bastante; y ya he dicho que Davies es un buen narrador y que su prosa engancha (por más que los giros de trama sean hasta cierto punto previsibles y bastante inverosímiles), así que supongo que es por esto que no descarto en el futuro leer otra novela de Davies. Pero por el momento, me ha decepcionado mucho.


domingo, 8 de abril de 2012

'La classe de neige' de Emmanuel Carrère



No voy a negar que es posible que el hecho de que haya leído ‘La classe de neige’ en su francés original haya influido en mi amor por dicho libro. Siempre hace ilusión ver que ya puedes leer un libro de verdad en una lengua que estás aprendiendo y (queriendo o sin querer) siempre sueles ser más benevolente a la hora de juzgarlo. Además, ‘La classe de neige’ es el primer libro en francés que me gusta de verdad. Antes me habían hecho leer ‘El principito’, que me pareció sobrevalorado y cursi y falso y ridículo y paternalista en su presunción de saber cómo son los niños; ‘Les vacances du petit Nicolas’, que me pareció divertido pero terriblemente sexista y lleno de prejuicios; y finalmente ‘Et si c’était vrai’ de Marc Levy, que directamente me pareció infumable.

Antes, nunca había leído nada de Emmanuel Carrère, ni en español ni en cualquier otra lengua, pero ya estoy deseando leer más de él, porque es de esos escritores que con una sola novela ya intuyes que tienen un estilo personal y único. Se ve que ‘La classe de neige’ se tradujo como ‘Una semana en la nieve’. El protagonista es Nicolas, un niño solitario y sobreprotegido en extremo por sus padres, que va a pasar una semana en la nieve con sus compañeros de clase para aprender a esquiar. Todos los niños van en autocar menos Nicolas, porque su padre decide llevarle en su coche ya que hace poco hubo un accidente mortal de un autocar escolar. Encima, una vez han llegado, su padre se las pira olvidándose el equipaje de Nicolas en el maletero del coche, de modo que Nicolas se queda sólo con lo puesto y tiene que depender de la generosidad de los otros niños para que le presten todas las cosas del día a día que necesita.

En principio es una novela en la que no ocurre nada de extraordinario, aún así es terriblemente inquietante. Una va leyendo y sabe que algo horrible ocurrirá, es inevitable que la tragedia estalle. Vas leyendo y, poco a poco, vas intuyendo qué será exactamente esta cosa terrible, hasta que la certeza llega como un mazazo. Es una novela sutil, turbadora, que insinúa en lugar de decir. Además, Carrère se explaya describiendo las pesadillas y los delirios imaginativos de Nicolas, de una manera magnífica y nunca gratuita. Es una novela sobre los miedos de la infancia, pero al leerla pronto te das cuenta de que los miedos de la infancia son los mismos de la edad adulta, sólo que de mayores procuramos ignorar estos temores, hacer como que no existen. ‘La classe de neige’ es angustiante, inquietante, cruel, muy recomendable.


sábado, 7 de abril de 2012

'La vida de las mujeres' de Alice Munro




Se ve que ‘La vida de las mujeres’ es la única novela que ha escrito Alice Munro. La escribió a los cuarenta años y tiene mucho de autobiográfico. Siempre podrá salir algún criticón y decir que no es una novela sino una serie de relatos con los mismos personajes, pero, por más que los capítulos estén claramente diferenciados, tienen un hilo conductor claro que es el de una niña que se hace mayor en un pueblo rural de Canadá. Tengo que confesar que los libros sobre niñas que crecen son una de mis grandes debilidades. Hay muchos libros sobre niños que se hacen mayores y estos siempre me acaban cansando, pero no hay tantos sobre niñas y, quizás sea por esto, pero estos casi siempre me acaban enamorando.

Parece que para Alice Munro hacerse mayor es ir acumulando decepciones. Aún así, ‘La vida de las mujeres’ no es un libro triste. Quizás sea melancólico pero no triste. Munro describe a la perfección el ambiente de un pueblo pequeño, encerrado en sí mismo y sin prácticamente oportunidades. Y aún así, nunca hay amargura. En la novela, la protagonista y narradora, Del Jordan, poco a poco, empieza a intuir que quiere algo más que la vida que llevan las mujeres de su alrededor y también que su pueblo no le podrá ofrecer todo lo que ella desea. A pesar de todo, sabe que ella también es parte de ese pueblo, nunca reniega de él y, en el fondo, lo describe con amor y dulzura.

Hay toda una serie de personajes secundarios, la mayoría mujeres, que llevan una vida más o menos gris y mediocre, pero Munro nunca se ensaña con ellas, todo lo contrario; las describe con afecto, resaltando sus cualidades pero sin no olvidar nunca sus defectos. Alice Munro es muy buena; sabe ser dulce pero sin dejar nunca de ser ecuánime y, sobre todo, sincera. Es arriesgado y quizás incluso ridículo decir que una obra de ficción es “sincera”, pero para mí ‘La vida de las mujeres’ lo es; me es tan fácil entrar en el mundo que describe e identificarme con lo que le pasa a la protagonista.

Si esta novela me parece sincera es porque no idealiza la infancia, sino que es capaz de retratarla con la mezquindad que conlleva. Por supuesto que habla del descubrimiento del sexo, pero lo hace casi con crudeza. Además, la protagonista se va alejando de todas las personas que le rodean: sus tías, su madre, su mejor amiga, su mejor amigo, su primer amante. Es como si hacerse mayor fuera también alejarse de los que hemos querido, como si para construirnos como personas tuviésemos que cortar lo que nos mantiene unidos a los seres que queremos, pero que a la vez nos limitan como personas. Puede que haya un punto de crueldad en todo esto, pero no deja de ser real. Y probablemente el mayor mérito de Alice Munro sea el de ser dulce y cruel al mismo tiempo.