El Diario de Hélène Berr empieza contando como ha ido a casa de la portera de Paul Valéry a buscar un libro dedicado que se atrevió a pedirle al famoso poeta y termina con las palabras "Horror, Horror, Horror..." Al principo parece que escribe sólo por ella pero poco a poco va cambiando y acaba escribiendo para dejar constancia de las atrocidades que pasan a su alrededor.
El diario empieza la primavera de 1942 y París está ocupado pero sigue siendo precioso. Hélène va a la universidad, lee, queda con sus amigos, va de pícnic al campo con su familia, disfruta de la música, se enamora. Es una chica llena de vida y leemos sobre su felicidad con el corazón encogido porque sabemos lo que vendrá después. El primer golpe es la obligación de todos los judíos de llevar la estrella amarilla y todo empeora cuando detienen a su padre. Ella sigue intentando llevar una vida tan normal como sea posible, pero el cerco se va estrechando cada vez más.
A finales de 1942 deja de escribir en su diario y prácticamente pasa un año antes que vuelva a escribir. Cuando lo vuelve a hacer ya todo ha cambiado: ya no hay esperanza, ha visto demasiadas veces como le han arrebatado personas que quería, ahora sólo le queda esperar a que vengan a detenerla también a ella. Este hiatus marca claramente las dos partes del diario: la primera es descriptiva y está llena de vida, la segunda es mucho más reflexiva y está llena de dolor.
Confieso que he llorado. Con el epílogo. Conocía su final, pero ha sido ver escrito que murió en un campo de concentración y empezar a llorar, porque después de tantas páginas he llegado a conocer a Hélène y la he llegado a querer. Y al fin y al cabo es de esto de lo que trata el Diario: de que no podemos cerrar los ojos ante el sufrimiento, ni siquiera es aceptable compadecernos de los que sufren, porque la compasión no lleva a nada, lo único aceptable es sufrir con los que sufren.
El diario empieza la primavera de 1942 y París está ocupado pero sigue siendo precioso. Hélène va a la universidad, lee, queda con sus amigos, va de pícnic al campo con su familia, disfruta de la música, se enamora. Es una chica llena de vida y leemos sobre su felicidad con el corazón encogido porque sabemos lo que vendrá después. El primer golpe es la obligación de todos los judíos de llevar la estrella amarilla y todo empeora cuando detienen a su padre. Ella sigue intentando llevar una vida tan normal como sea posible, pero el cerco se va estrechando cada vez más.
A finales de 1942 deja de escribir en su diario y prácticamente pasa un año antes que vuelva a escribir. Cuando lo vuelve a hacer ya todo ha cambiado: ya no hay esperanza, ha visto demasiadas veces como le han arrebatado personas que quería, ahora sólo le queda esperar a que vengan a detenerla también a ella. Este hiatus marca claramente las dos partes del diario: la primera es descriptiva y está llena de vida, la segunda es mucho más reflexiva y está llena de dolor.
Confieso que he llorado. Con el epílogo. Conocía su final, pero ha sido ver escrito que murió en un campo de concentración y empezar a llorar, porque después de tantas páginas he llegado a conocer a Hélène y la he llegado a querer. Y al fin y al cabo es de esto de lo que trata el Diario: de que no podemos cerrar los ojos ante el sufrimiento, ni siquiera es aceptable compadecernos de los que sufren, porque la compasión no lleva a nada, lo único aceptable es sufrir con los que sufren.
2 comentarios:
Yo también lloré con Helene y pensé en el garn absurdo del genocidio. Tengo un post en mi blog sobre este mismo libro. Felicidades por tu blog . seguiré visitándote
Es que todos sabemos que el holocausto fue una barbaridad, pero al leerlo en primera persona es imposible que no te afecte como si fuera la primera vez que lo descubrieses.
Gracias :)
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