"Gussie, como yo, tenía el cabello rubio y liso, y los ojos también se parecían a los míos, solo que los suyos eran negros. Quiso hacerse amiga mía, acaso con la idea de que los marginados debían unirse, pero yo prefería marginarme sola y no quería saber nada de ella, aunque me producía un placer malsano intentar superarla en desaliño. Me soltaba el lazo y llegaba a casa con el cabello alborotado sobre la cara y los dedos manchados de tinta. Si el lunes me ponía un vestido limpio, el martes lo tenía arrugado y lleno de lamparones. La verdad es que lo pasaba muy mal, pero mi orgullo me desafiaba a presentar un aspecto peor cada día. Pese a todo, cuando llegaba a casa me adecentaba un poco antes de que me viese mi madre. Le tenía mucho miedo." (p.11)
'Una sonrisa, por favor' de Jean Rhys
(traducción: Catalina Martínez Muñoz)
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