El protagonista de 'La novela del adolescente miope' (que no es otro que el propio Mircea Eliade) quiere escribir una novela titulada precisamente 'La novela del adolescente miope' que le hará famoso, le proporcionará la admiración de todos los que le rodean (especialmente sus profesores) y le ahorrará el apuro y el fastidio de tener que pasar por los exámenes del instituto. Pero antes de sentarse a escribir esta novela, decide escribir un diario que le servirá para coger apuntes en forma de borrador que después utilizará en su novela. Nosotros, como lectores, lo que leemos son estos apuntes en sucio. Por lo tanto, 'La novela del adolescente miope' no es nada más que el relato del intento de un adolescente por escribir una novela titulada 'La novela del adolescente miope'. Esto le da una sensación de inmediatez, de espontaneidad, de sinceridad y de vida, que es uno de los mayores aciertos de la novela. Pero hay mucho más.
El protagonista es un adolescente miope, tímido, que se pasa las tardes y las noches refugiado en su buhardilla leyendo de forma compulsiva todos los libros que le caen en las manos. Es un estudiante brillante en algunos campos, pero un auténtico patata en otros, como las matemáticas y el alemán, pero si es un patata en realidad es más bien porque le da pereza estudiar lo que no le interesa, siempre dice que empezará a estudiar en serio al día siguiente, pero cuando llega el día siguiente se dice que empezará en serio al día siguiente. Y es que el sentido del humor de esta novela es delicioso. Y, aunque esté ambientado en la Rumanía de la primera mitad del siglo XX, cualquier estudiante (o ex-estudiante) se podrá sentir identificado.
Pero además del protagonista, por el libro desfilan una larga galería de adolescentes, como el presumido que aspira a ser actor de renombre y presume de sus supuestas conquistas amorosas, o el anarquista que se sienta al fondo de la clase, pasa de todo y le encanta hacer rabiar a sus compañeros. Y es que el narrador se caracteriza por su capacidad de analizar la psicología humana. La de los otros, pero también (y principalmente) la suya. El protagonista intenta comprenderse mejor y llegar a un dominio de sus sentimientos, porque le fastidia pasar en sólo dos segundos del entusiasmo sin límites a la apatía absurda, de los delirios de grandeza a la melancolía, de la rebeldía arrolladora al conformismo depresivo, sin tener en cuenta que es esto lo que caracteriza la adolescencia y que ésta (con suerte) sólo se cura con el tiempo.
‘La novela del adolescente miope’ efectivamente debe ser una de las mejores novelas sobre la adolescencia. Tiene un estilo directo y fresco. Es pura vida. Es perfecta. La lástima es que la edición de Impedimenta se completa con el ‘Gaudeamus’, que es la novela que sirve de continuación y que nos relata las desventuras de nuestro protagonista en la universidad. Y la lástima es que esta segunda parte no está a la altura de la primera y es inevitable que acabe dejando un mal sabor de boca.
El ‘Gaudeamus’ describe desde un hipotético presente unos hechos que pasaron en un pasado ya lejano, de modo que se pierde la inmediatez, la ironía y la frescura que tenían ‘La novela del adolescente miope’. Además, se pierde en discusiones religiosas y filosóficas, metidas con calzador, que entorpecen el ritmo de una forma estrepitosa. Y lo que personalmente me ha molestado más: el protagonista se vuelve un misógino insufrible. Quizás ya lo era antes, pero como casi no trataba con chicas no se lo veíamos. Ahora el protagonista se debate entre dos mujeres, que encarnan una vez más el tópico de la santa y la puta, y son unos personajes tan arquetípicos que dan ganas de pegarse un tiro. Y hay algunos momentos tan brillantes como en la primera parte, pero no es lo mismo. Y es una lástima, porque ‘La novela del adolescente miope’ es uno de aquellos libros a los que yo les daría cinco estrellas como cinco soles, porque es una maravilla, pero el ‘Gaudeamus’ es un libro demasiado misógino, sentencioso, pretencioso y árido como para dejar un buen recuerdo.
El protagonista es un adolescente miope, tímido, que se pasa las tardes y las noches refugiado en su buhardilla leyendo de forma compulsiva todos los libros que le caen en las manos. Es un estudiante brillante en algunos campos, pero un auténtico patata en otros, como las matemáticas y el alemán, pero si es un patata en realidad es más bien porque le da pereza estudiar lo que no le interesa, siempre dice que empezará a estudiar en serio al día siguiente, pero cuando llega el día siguiente se dice que empezará en serio al día siguiente. Y es que el sentido del humor de esta novela es delicioso. Y, aunque esté ambientado en la Rumanía de la primera mitad del siglo XX, cualquier estudiante (o ex-estudiante) se podrá sentir identificado.
Pero además del protagonista, por el libro desfilan una larga galería de adolescentes, como el presumido que aspira a ser actor de renombre y presume de sus supuestas conquistas amorosas, o el anarquista que se sienta al fondo de la clase, pasa de todo y le encanta hacer rabiar a sus compañeros. Y es que el narrador se caracteriza por su capacidad de analizar la psicología humana. La de los otros, pero también (y principalmente) la suya. El protagonista intenta comprenderse mejor y llegar a un dominio de sus sentimientos, porque le fastidia pasar en sólo dos segundos del entusiasmo sin límites a la apatía absurda, de los delirios de grandeza a la melancolía, de la rebeldía arrolladora al conformismo depresivo, sin tener en cuenta que es esto lo que caracteriza la adolescencia y que ésta (con suerte) sólo se cura con el tiempo.
‘La novela del adolescente miope’ efectivamente debe ser una de las mejores novelas sobre la adolescencia. Tiene un estilo directo y fresco. Es pura vida. Es perfecta. La lástima es que la edición de Impedimenta se completa con el ‘Gaudeamus’, que es la novela que sirve de continuación y que nos relata las desventuras de nuestro protagonista en la universidad. Y la lástima es que esta segunda parte no está a la altura de la primera y es inevitable que acabe dejando un mal sabor de boca.
El ‘Gaudeamus’ describe desde un hipotético presente unos hechos que pasaron en un pasado ya lejano, de modo que se pierde la inmediatez, la ironía y la frescura que tenían ‘La novela del adolescente miope’. Además, se pierde en discusiones religiosas y filosóficas, metidas con calzador, que entorpecen el ritmo de una forma estrepitosa. Y lo que personalmente me ha molestado más: el protagonista se vuelve un misógino insufrible. Quizás ya lo era antes, pero como casi no trataba con chicas no se lo veíamos. Ahora el protagonista se debate entre dos mujeres, que encarnan una vez más el tópico de la santa y la puta, y son unos personajes tan arquetípicos que dan ganas de pegarse un tiro. Y hay algunos momentos tan brillantes como en la primera parte, pero no es lo mismo. Y es una lástima, porque ‘La novela del adolescente miope’ es uno de aquellos libros a los que yo les daría cinco estrellas como cinco soles, porque es una maravilla, pero el ‘Gaudeamus’ es un libro demasiado misógino, sentencioso, pretencioso y árido como para dejar un buen recuerdo.
2 comentarios:
estoy releyendo El guardian entre el centeno. Quizá esta sea una buena opcion para la siguiente.
Ah, siempre es un buen momento para releer El guardián. Pero igual que el guardián es muy producto del espacio y el lugar en que se escribió, 'La novela del adolescente miope' también lo es (Europa central, primera mitad del siglo XX). Son iguales, pero muy diferentes.
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