domingo, 12 de octubre de 2008

'En picado' de Nick Hornby

Soy una mujer de poca fe. Ya me pasó con 'Cómo ser buenos' y me ha vuelto a pasar con 'En picado'. Después de 'Alta fidelidad', cada vez que empiezo un nuevo libro de Nick Hornby, lo hago con la convicción de que no es posible que de una premisa así salga un buen libro. Estoy convencida que el libro va a descarrilar si no es por culpa del sentimentalismo nauseabundo será por culpa del sarcasmo nauseabundo. Pero no. Hornby siempre consigue quedarse en el punto justo entre humor y sentimiento. Y esto es algo realmente difícil, porque el punto de partida de 'En picado' es el encuentro en Nochevieja de cuatro posibles suicidas en una azotea que deciden volver a intentarlo y pactan no suicidarse como mínimo hasta San Valentín. Pero el pacto no es ni mucho menos perfecto, porque lo que hacen los cuatro siempre que se reúnen es empezar a discutirse, pelearse e insultarse. No tienen nada en común y no les sirve de mucho estar juntos pero a la vez quizás les sirve de algo. Sin embargo, no hay redención final ni epifanía final, por no haber no hay ni siquiera final, porque en la vida real no hay finales climáticos. Al terminar el libro los personajes están prácticamente tan deprimidos como al empezar, pero puede que ahora lo lleven mejor, porque quizás han entendido que vivir es ir buscando cosas que te distraigan de los pensamientos de tirarte de una azotea.

No os engañaré: 'En picado' no es ni mucho menos una novela tan redonda como 'Cómo ser buenos'. A veces me da la sensación que en lugar de centrarse en los personajes se pierde en la necesidad que siente de que sucedan cosas y a veces suceden cosas a las que cuesta encontrar la verosimilitud. Sin duda es mejor cuando se centra simplemente en los personajes que no en las cosas externas que les pasan. Entre los cuatro potenciales suicidas hay dos, Martin y Jess, que son autodestructivos y que la cagan constantemente sin que puedan evitarlo; mientras que los otros dos, Maureen y JJ, son apáticos e incapaces de hacer nada para intentar mejorar de alguna forma su vida. Para nada yo querría pasar yo más de cinco minutos con ninguno de los personajes (bueno, quizás a JJ lo toleraría, porque siempre podríamos hablar de libros o música), pero el libro consigue que los personajes vayan más allá del patrón arquetípico según el cual han sido cortados en un principio, consigue que los entiendas en su patetismo, en su histrionismo, en su humanidad, y así acaban siendo reales. Martin es como una parodia del hombre que pasa por la crisis de los cuarenta: se lió con una menor, pasó por la cárcel pero no sin conseguir un divorcio-exprés. Jess es una adolescente malhablada y maleducada que está como una puta cabra y que no tiene nada más que serrín en la cabeza. JJ es un pedante (y autocompasivo) músico cuyo grupo se disolvió y cuya novia le dejó. Y Maureen es la mejor. Maureen es el mejor personaje: es una mujer de 50 años católica que se ha pasado más de media vida cuidando sola de su hijo que es un vegetal. Y es que es el personaje que lo tiene más fácil para resultar unidimensional y tópico, pero resulta que acaba siendo el más tangible, el más bien construido, con el que es más fácil empatizar porque todos conocemos alguna Maureen. Y aunque no sea lo mejor de Nick Hornby, es puro Nick Hornby, con un perfecto equilibrio entre el sentido del humor y la ternura.

No hay comentarios: