martes, 14 de julio de 2009

'Los cosacos' de León Tolstoi

El joven Tolstoi el 1848, a los 20 años.


Como parece que nunca reuniré la fuerza de voluntad suficiente como para enfrentarme a 'Anna Karenina', opté por leer 'Los cosacos', que también es de Tolstoi pero que tiene como 800 páginas menos. Se trata de una obra de juventud con elementos autobiográficos. Olenin es un jovencito de veintipocos años que es el típico jovencito que tanto prolifera en las novelas rusas del siglo XIX, un jovencito que ha leído demasiado, ha bebido demasiado y ha seducido demasiadas doncellas virginales y/o esposas insatisfechas, un jovencito que a los 20 años ya se considera viejo y que hace gala de un nihilismo de lo más tierno. Asqueado por todo, Olenin decide alistarse al ejercito e ir tan lejos de Moscú como sea posible.

Y así es como termina en un pueblo de cosacos y pronto quedará seducido por su estilo de vida más simple y más puro. Sí, la clásica distinción "ciudad y civilización = mala y corrupta" versus "campo y mundo rural = sencillo y bueno". Pero la cosa no termina aquí. Olenin se viste como un cosaco y adopta su estilo de vida: se levanta cuando sale el sol y se va a cazar hasta que se pone el sol y luego empina el codo. Rehúye la vida de jarana que hacen los otros soldados que, como él, se han instalado en el pueblo. Y los otros soldados no entienden por qué demonios quiere llevar una vida como la de los cosacos, pudiendo divertirse en fiestas y flirtear con jovencitas del pueblo. Los rusos no lo entienden, pero los cosacos tampoco: por más que se vista como ellos y haga como ellos, no deja de ser un ruso. Y los cosacos lo miran con desconfianza, de hecho prefieren el comportamiento de los otros rusos, porque con estos es más fácil sacárles dinero y/o bebida. Y sí, Olenin efectivamente es ruso y, por más que se propone entregarse a un amor puro y desinteresado a la naturaleza y a toda la humanidad, al final acabará enamorado de una forma no tan desinteresada.

Al libro, en mi opinión, le cuesta un poquitín arrancar y a veces da la sensación que es simplemente una novela costumbrista, sin nada más detrás. El tema de un personaje entre dos mundos que no acaba de encajar en ninguno, que no puede disimular lo que es ni dejar el pasado atrás a veces parece que está solo esbozado. Sin embargo, está ahí y es lo mejor del libro. Y es que 'Los cosacos' es una obra de juventud que apunta maneras. Con una intención moral (típico en Tolstoi) y con voluntad de trascender. Y realmente bien escrito y estructurado. Con personajes tópicos, pero bien dibujados y que fácilmente se hacen entrañables. Y con una plástica y detallista descripción de la vida de los cosacos, a veces idealizada y a veces llena de prejuicios, pero siempre interesante.

2 comentarios:

Andrea Carolina dijo...

yo que ni me he adentrado casi que en los mas minimo en la literatura rusa, pero ya voy llegando, acabo de leer la casa de lo encuentros de Amis, y aunque no es literatura rusa, habla de rusos y ya me han dado ganas de empezar a leer algun clasico rudo.

Pero la verdad no tengo idea por donde empezar, si por Tolstoy o Dostoivsky, los dos se me hacen unos mosntruos, al igual que casi todas sus obras.

Núria dijo...

De Tolstoy yo no he leído mucho, pero si quieres empezar por algo más cortito pero realmente magnífico te aconsejaría 'La muerte de Ivan Ilich'. No debe llegar a las 200 páginas y es una obra muy dura, muy triste, pero que vale la pena.

De Dostoievsky sí que he leído más. De obritas cortas tiene 'Las notas del subsuelo', que a mí me gustan mucho, pero que tiene media parte que prácticamente es un ensayo y puede costar de digerir de buenas a primeras. Paradójicamente, por más que sea mucho más larga, me parece más fácil de leer el Crimen y castigo. Creo que es la mejor obra para adentrarse en Dosto, la más directa, la que más engancha.

Aunque tengo que decir que mi obra favorita de toda la literatura rusa es el Eugene Oneguin de Pushkin. Si consigues una buena traducción se puede disfrutar muchísimo. Es divertida e inteligente y lúcida y tan cierta.

Y luego, si te gusta el teatro o el relato breve, siempre queda Chéjov. De él yo me quedo con 'Tío Vania'.