lunes, 1 de febrero de 2010

'El cielo es azul, la tierra blanca' de Hiromi Kawakami


'El cielo es azul, la tierra es blanca' ha sido como la gota que colma el vaso. Ya me he encontrado antes con libros que tienen esa sensibilidad que se puede comprar en el supermercado en cómodos paquetes de un quilo y con el 25% gratis, pero esta vez realmente me ha acabado la paciencia. No tengo nada en contra de los libros que lo intentan y fracasan. Me pueden no gustar pero difícilmente los odiaré. En cambio, siempre odiaré un libro que ni siquiera intente ser original y/o contarnos algo personal. 'El cielo es azul, la tierra blanca' parece escrito siguiendo paso a paso un manual de cómo escribir una "novela sensible de finales del siglo XX y principios del XXI". Es todo tan tópico, tan frío, tan inverosímil, tan falso, tan rastrero. Los personajes son eso, simples personajes de cartón piedra que sólo se parecen a una persona real en lo de tener dos brazos y dos piernas y cinco dedos en cada mano y cosas así, no es necesario que siga, ya entendéis la idea. Y los giros argumentales son entre tramposos y ridículamente hilarantes (¡por dios, los protagonistas se pelean y se dejan de hablar porque son de equipos de beisbol diferentes!) Y en realidad el libro está escrito de cualquier manera, con un estilo que no se puede llamar estilo; en uno de mis patéticos intentos de resultar graciosa y sarcástica, diría que he leído manuales de tostadoras más bien escritos y realmente no estaría diciendo una mentira tan gorda.

Tsukiko tiene 38 años y lleva una vida solitaria hasta que un día por casualidad se encuentra con un antiguo profesor de instituto, ahora ya un anciano de 70 años. A partir de aquí se supone que los dos establecen una relación especial para que la soledad no sea una carga tan pesada y tal, pero lo único que hacen es comer y tener diálogos de besugos ('Hoy hace buen tiempo" dice él, "Ya" dice ella, y todo el rato así). No voy a revelar mucho porque el subtítulo de la novela es (agárrate) "Una historia de amor", pero el caso es que al cabo de un tiempo, Tsukiko se despierta un día y se dice que está enamorada del maestro. Y yo grito: ¿por qué?! ¿por qué, si el viejo es un egocéntrico paternalista e insufriblemente pedante que te trata como si fueras aún una cría de su clase?! No se vale decirnos que Tsukiko se ha enamorado y tira millas, se nos tiene que explicar, describir, contarnos por qué. Así que cuando la cosa se consuma, por más que no soy una lectora puritana (creo), me entran escalofríos y repelús, porque no me puedo creer que se hayan enamorado y aún menos que sientan atracción sexual el uno por el otro, porque nunca se nos ha explicado. Y para terminar, obviamente, todo se remata con un final sensiblero. Y supongo que todo esto me está bien empleado por aventurarme con cosas así y no con cosas como Kenzaburo Oé.


7 comentarios:

La prima de Audrey dijo...

Yo este lo ví por ahí y me dió esa impresión de pastelón hueco total.Yo también odio ese tipo de literatura que se vende tanto , por otra parte.
Espero no te hayas gastado el dinero en él al menos. Yo la última decepción que me llevé (lo comento en mi blog. Es uno de Maggie O'Farrell)había sido un préstamo de la biblioteca que si no...Saludos

Bieiris dijo...

Pues lo estoy combinando con Gide (sólo llevo diez páginas) y se me está haciendo muy ligero, aunque claro, comparado con los textos de electricidad que tengo que traducir, sería hasta merendable en dos minutos.

Kenzaburo es de los grandes, pero agárrense que vienen curvas... De los tres que he leído "Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura" me ha costado lo mío, sobre todo el cuento final. Pero es fantástico, recompensa la dificultad.

Querida Núria, te recomiendo ardientemente "El color prohibido" de Mishima. Si existe un libro digno de maldiciones por estar tan tan tan rematadamente bien escrito, es ése. Caes rendida a sus pies.

La mujer Quijote dijo...

¿Sensibilidad de supermercado? No mujer, es sensibilidad oriental. Si a ese diálogo sobre la meteorología le añades un haiku de esos con nubes esponjosas, ríos rientes (esto lo he leído en algún lado) y cerezos en flor, seguramente sería el culmen del lenguaje poético y de sensibilidad (que por ser oriental, nosotras, las materialistas occidentales, no estamos capacitadas para entender).
Se está editando mucha basurilla de ésta.
Saludos.

Núria dijo...

Prima de Audrey, pues lo único de bueno que ha tenido el libro es que lo saqué de la biblioteca, que al menos no me gasté el dinero con él. A mí a primera vista también me pareció que tenía potencial de ser muy pasteloso, pero pensé que siendo del Acantilado un mínimo de calidad se daba por descontado. En fin.

Bieiris, no, si se lee muy fácil, pero es que es todo tan tan tan tan ligero, que no lleva a ninguna parte. De Kenzaburo sólo he leído 'La presa', pero ya se ve que es otra liga, y tengo en casa de hace mucho tiempo 'El grito silencioso', pero no me acabo de decidir nunca. De Mishima no he leído nada (aún), ni el marinero ni nada, pero me apunto el de "el color prohibido".

La Mujer Quijote, yo pensaba que siendo del Acantilado, un mínimo de calidad tendría, pero es que es tan soso-soso-soso...

La mujer Quijote dijo...

Ya no se puede una fiar ni de ciertas editoriales.

Si no te molesta, me gustaría poner en mi blog un enlace al tuyo.

Un saludo.

La prima de Audrey dijo...

Yo ya no me fío de ninguna editorial. Al pricipio de su andadura me gustaba Salamandra porque pubicaba a Zadie Smith pero por fiarme tanto , tanto,me encontré con cada decepción...

Núria dijo...

Aunque pueda tener algún tropiezo, yo sigo siendo fan de El Acantilado. Y también de Libros del Asteroide. Porque eso, a pesar de los tropiezos, se arriesgan con libros y autores no tan mainstream.

La mujer Quijote, claro que, si quieres, puedes poner un enlace mío en tu blog. Será todo un honor :)