lunes, 8 de noviembre de 2010

'Howards End' de E.M. Forster




‘Howards End’ es una novela de ideas, en el sentido de que se propone analizar las relaciones entre diferentes clases sociales y determinar si es posible un entendimiento entre ellas. Forster nos presenta a tres familias: 1) los Wilcox, representantes de la vieja aristocracia terrateniente, muy prácticos, materialistas y con los pies en el suelo; 2) los Schlegel, representantes de la burguesía intelectual, con orígenes europeos, idealistas y soñadores; y 3) los Blast, representantes de la clase baja, que viven en apartamentos mal ventilados e impersonales y tienen que trabajar para (mal)vivir, pero que sueñan (ingenuamente) con tiempos mejores, en prosperar gracias al conocimiento que pretenden ir arrancando de aquí y de allí.

Y sí, es una novela de ideas, con un narrador sabiondo que con aires de suficiencia no escatima reflexiones pedantes acerca de sus personajes, pero afortunadamente Forster es un escritor lo suficientemente inteligente como para comprender que las ideas que quiere exponer no tienen que ir en detrimento de crear una trama que atrape al lector y unos personajes de carne y hueso. Pero Forster no solamente es lo suficientemente inteligente como para comprenderlo sino también lo suficientemente hábil como para conseguirlo. Para mí, Forster tiene un estilo distintivo. Para empezar, es elegante y diestro, observador y detallista, como muchos de los novelistas ingleses clásicos que le precedieron (aquí estoy pensando principalmente en Jane Austen). Además, es capaz de crear personajes psicológicamente complejos y mostrarnos su psicología de una forma perfecta. Y luego tiene un sentido del humor y una ironía y un aire distanciados que a veces quizás dan al narrador omnisciente más protagonismo del que en realidad tendría que tener.

Aún así, hay cosas de ‘Howards End’ que no me han convencido. Me encantan las hermanas Schlegel, lo fuertes e independientes que son, lo mucho que se quieren a pesar de que en realidad son muy distintas. Me gusta también el aire pasota de Tibby Schlegel. Y es inevitable que sienta un cariño especial por Leonard Blast, porque puedo entender como nadie su afán de conocimiento, su auto-compasión, el auto-odio a su propia clase social, la fascinación y la repulsión que le producen las clases más altas, ese odio por los que se creen superiores, esa envidia, ese odio a uno mismo. (Aunque creo que es algo que con la edad se va aplacando.) Es por todo esto que no soporto ciertos giros que hay en la trama.

No me gusta que Margaret se case con el señor Wilcox. Es algo que se veía venir, pero aún así es de una forma tan precipitada y poco explicada que me resulta algo irritante. Cuesta creer que Margaret, que es una mujer inteligente y con carácter, esté enamorada de un hombre tan insensible, ensimismado y engreído, un hombre que no ha hecho nada para merecerla. Sin embargo, lo dejo pasar, pero cuando Wilcox la va cagando flagrantemente y repetidamente y, a pesar de todo, Margaret sigue queriéndolo ya no lo aguanto más. No soporto que a Wilcox le salga todo bien, siempre salga airoso y triunfante, mientras que el pobre Leonard Blast esté pisando siempre mierda y luego le despachen con un final cutre e indigno.

Podréis decir que así es la vida, que a los ricos todo les sale bien y a los pobres todo les sale mal, y quizás sea verdad, pero me fastidia que Forster despache a Blast diciendo que como era de clase baja no tenía la misma sensibilidad que los de clase alta y que, por tanto, su final no es tan trágico, que probablemente no sufrió tanto como hubiera sufrido cualquiera de nosotros. En el fondo es este paternalismo de Forster lo que me saca de quicio. Me saca de quicio que se presente como un tío muy legal que va a examinar las relaciones entre clases distintas sin prejuicios y luego resulte que tiene prejuicios a carretadas y el tipo sea tan desvergonzado como para seguir negándolo. Probablemente es una impresión totalmente subjetiva y estoy siendo algo hipersensible, pero creo que no se puede negar que Forster es un paternalista. Otro ejemplo: farda mucho de entender las mujeres y la mayoría del rato probablemente es verdad, pero no hay necesidad de fardar tanto ni tampoco de hacerles la pelota y mucho menos de mirarlas un poco por encima del hombro de forma sutil pero innegable.

Y ahora debería dedicar el último párrafo a convenceros de que en el fondo me ha gustado. Porque, por más que ha habido unos cuantos detalles que me han impedido disfrutar todo lo que probablemente podría haberla disfrutado, ciertamente me ha gustado. No tanto como ‘Una habitación con vistas’, quizás porque ésta al ser una comedia era más fresca y menos prejuiciosa, pero ciertamente me ha gustado. Si a caso, volved a leer mi segundo párrafo, porque todo lo que ahora podría añadir sería una repetición. Pero lo cierto es que Forster escribe que es una delicia.

2 comentarios:

Oscar dijo...

Pues me parece que si te ha irritado tanto la elección de desarrollo de la trama de Forster es porque probablemente es lo que pretende. No es tanto decirte que "así es la vida" o "esto es lo que pasaría en realidad", sino decirte (decirnos) que en la vida no siempre los primeros besos se dan en un campo de flores o al final Lucy dejará a Cecil (este personaje si que me parece maltratado por Forster) y se irá con el amor de su vida como pasaba en "Una habitación". Otras veces el tío con dinero se lleva a la mujer lista e interesante y a veces hasta la machaca emocionalmente. Quiero pensar que por eso finalmente te ha gustado. O eso me parece...
Comparto tu opinión sobre Forster y su escritura.
Un saludo.

Núria dijo...

Supongo que tienes razón. Aunque más que la elección de desarrollo de la trama lo que más me ha fastidiado ha sido como al final Forster toma parte por unos personajes (o unas clases) de forma demasiado poco sutil y deja de ser objetivo como había insinuado que sería.

Aún así, me gusta, básicamente porque Forster sabe construir unos personajes que por más que los maltrate son tan grandes y reales que se acaban haciendo un hueco en tu corazón (almenos el mío).

Yo también siento un cariño especial por el personaje de Cecil. Es un poco repelente y pedante, pero no es para nada mal tipo. Y sí que el pobre sale malparado y sí que creo que Forster lo trata con un aire paternalista bastante insufrible, pero me parece que no tanto como el pobre Leonard Blast.

Saludos :)