'Novela de ajedrez' de Stefan Zweig
Tiendo a desconfiar de las obras que gustan a todo el mundo. Siempre me va a atraer más una obra que a unos les apasiona con locura y otros aborrecen con un odio ciego, que no una obra que gusta con locura a todo el mundo. Es un hecho establecido que 'Novela de ajedrez' es una novelita que gusta a todo el mundo. Sin embargo, yo me acerqué con las mejores intenciones, lo juro, pero por más que lo intento, no veo qué tiene de especial esta obra. Está bien, entretenida, bien hecha y con algunos puntos interesantes, pero no le veo nada más. Ciertamente se lee bien. Si no fuera por el final, para mí entraría directamente en la categoría de obras de dos estrellas, las que yo llamo "ni fu ni fa". Pero el giro final me gustó mucho, todo el rollo de que todos tenemos nuestras regiones oscuras a las que en cualquier momento podemos descender. El giro final es realmente memorable. Y es por este giro final que acabo concediendo a la novelita las tres estrellitas, unas tres estrellas que para mí siempre significan un neutro "está bien". Y es que si tuviera que definir esta novelita con un adjetivo, sin duda optaría por "neutra". En ningún momento consigue agarrarme. En todo momento la he leído desde la distancia. Entiendo que la estructura es perfecta y que no sobra ni falta nada, pero yo necesito algo más que una "pieza bien hecha", necesito algo que me llegue. En un barco, que hace el trayecto de Nueva York a Buenos Aires, se enfrentan en una partida de ajedrez un campeón de ajedrez, un ser huraño, arrogante y egoísta, y un hombre que fue capturado por los nazis y que es el prototipo de humanista con inquietudes intelectuales. Por supuesto la partida es una metáfora de muchas otras cosas, en último término de la lucha entre el bien y el mal. Es tanto una reivindicación de la dignidad humana como un lamento pesimista sobre lo fácilmente que se puede romper esta dignidad. Está bien, pero aún así, cuando se termina me pregunto ¿me ha hecho sentir menos sola? En realidad no.
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'Cuento de invierno' de William Shakespeare
A veces me da la sensación que con Shakespeare soy muy dura. Que una obra que en otros autores consideraría buena, si viene firmada por el tío Bill seguramente la consideraré regular (leed decepcionante), porque una parte de mí quiere que todas las obras de Shakespeare sean tan grandes como sus tragedias más grandes. Sin embargo, hay otra parte de mí que sabe que esto no es posible e intenta apreciar cada obra de Shakespeare por lo que es, por lo que pretende ser, sin ponerla en contraposición con sus otras obras. Aún así, no hay manera que pueda dar al 'Cuento de invierno' un adjetivo más halagador que pasable. 'Cuento de invierno' es una de las últimas obras de Shakespeare, es la obra en la que sale un oso, y no es ni tragedia ni comedia. Yo diría que tiene una primera parte de tragedia y una segunda parte de comedia. Evidentemente a mí me gusta más la primera, donde el rey de Sicilia se convence que su mujer le está poniendo los cuernos, se le va la olla y se convierte en un tirano, sólo para arrepentirse después. Hay una hija que se pierde y se da por muerta pero consigue una identidad falsa y no es nada difícil adivinar cómo va a terminar todo desde el principio. En la segunda parte se arregla todo el barullo y todos acabas felices y comiendo perdices. Hay unas cuantas cosas buenas. Me gusta el aire fatídico de la primera parte, como el rey está tan ofuscado por los celos que él mismo se ha creado que no atiende a razones. Me gusta que en la primera parte sean sólo las mujeres las que los tienen bien puestos. La dignidad y la resignación valiente de la reina, que tiene que afrontar un juicio amañado, me recuerda a la Catalina de Aragón de 'Enrique VIII', uno de los mejores personajes femeninos shakesperianos. Pero también me encanta el personaje de Paulina que es la única que se atreve a enfrentarse al rey para intentar hacerlo entrar en razón. Me gusta que haya una elipsis de 16 años, que sea como el purgatorio de soledad y arrepentimiento que tiene que pasar el rey para volver a ser feliz. No me gustan los enamorados jóvenes de la segunda parte que se tienen que enfrentar a la oposición del padre de él. Son ñoños. No me gusta el final feliz forzado. Es ñoño. Entiendo que la única intención de Shakespeare era hacer una obra entretenida y para pasar el rato. Pero del mismo modo que con otros autores para mí no es suficiente que me entretengan y me hagan pasar el rato, con el tío Bill tampoco.
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Tiendo a desconfiar de las obras que gustan a todo el mundo. Siempre me va a atraer más una obra que a unos les apasiona con locura y otros aborrecen con un odio ciego, que no una obra que gusta con locura a todo el mundo. Es un hecho establecido que 'Novela de ajedrez' es una novelita que gusta a todo el mundo. Sin embargo, yo me acerqué con las mejores intenciones, lo juro, pero por más que lo intento, no veo qué tiene de especial esta obra. Está bien, entretenida, bien hecha y con algunos puntos interesantes, pero no le veo nada más. Ciertamente se lee bien. Si no fuera por el final, para mí entraría directamente en la categoría de obras de dos estrellas, las que yo llamo "ni fu ni fa". Pero el giro final me gustó mucho, todo el rollo de que todos tenemos nuestras regiones oscuras a las que en cualquier momento podemos descender. El giro final es realmente memorable. Y es por este giro final que acabo concediendo a la novelita las tres estrellitas, unas tres estrellas que para mí siempre significan un neutro "está bien". Y es que si tuviera que definir esta novelita con un adjetivo, sin duda optaría por "neutra". En ningún momento consigue agarrarme. En todo momento la he leído desde la distancia. Entiendo que la estructura es perfecta y que no sobra ni falta nada, pero yo necesito algo más que una "pieza bien hecha", necesito algo que me llegue. En un barco, que hace el trayecto de Nueva York a Buenos Aires, se enfrentan en una partida de ajedrez un campeón de ajedrez, un ser huraño, arrogante y egoísta, y un hombre que fue capturado por los nazis y que es el prototipo de humanista con inquietudes intelectuales. Por supuesto la partida es una metáfora de muchas otras cosas, en último término de la lucha entre el bien y el mal. Es tanto una reivindicación de la dignidad humana como un lamento pesimista sobre lo fácilmente que se puede romper esta dignidad. Está bien, pero aún así, cuando se termina me pregunto ¿me ha hecho sentir menos sola? En realidad no.
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'Cuento de invierno' de William Shakespeare
A veces me da la sensación que con Shakespeare soy muy dura. Que una obra que en otros autores consideraría buena, si viene firmada por el tío Bill seguramente la consideraré regular (leed decepcionante), porque una parte de mí quiere que todas las obras de Shakespeare sean tan grandes como sus tragedias más grandes. Sin embargo, hay otra parte de mí que sabe que esto no es posible e intenta apreciar cada obra de Shakespeare por lo que es, por lo que pretende ser, sin ponerla en contraposición con sus otras obras. Aún así, no hay manera que pueda dar al 'Cuento de invierno' un adjetivo más halagador que pasable. 'Cuento de invierno' es una de las últimas obras de Shakespeare, es la obra en la que sale un oso, y no es ni tragedia ni comedia. Yo diría que tiene una primera parte de tragedia y una segunda parte de comedia. Evidentemente a mí me gusta más la primera, donde el rey de Sicilia se convence que su mujer le está poniendo los cuernos, se le va la olla y se convierte en un tirano, sólo para arrepentirse después. Hay una hija que se pierde y se da por muerta pero consigue una identidad falsa y no es nada difícil adivinar cómo va a terminar todo desde el principio. En la segunda parte se arregla todo el barullo y todos acabas felices y comiendo perdices. Hay unas cuantas cosas buenas. Me gusta el aire fatídico de la primera parte, como el rey está tan ofuscado por los celos que él mismo se ha creado que no atiende a razones. Me gusta que en la primera parte sean sólo las mujeres las que los tienen bien puestos. La dignidad y la resignación valiente de la reina, que tiene que afrontar un juicio amañado, me recuerda a la Catalina de Aragón de 'Enrique VIII', uno de los mejores personajes femeninos shakesperianos. Pero también me encanta el personaje de Paulina que es la única que se atreve a enfrentarse al rey para intentar hacerlo entrar en razón. Me gusta que haya una elipsis de 16 años, que sea como el purgatorio de soledad y arrepentimiento que tiene que pasar el rey para volver a ser feliz. No me gustan los enamorados jóvenes de la segunda parte que se tienen que enfrentar a la oposición del padre de él. Son ñoños. No me gusta el final feliz forzado. Es ñoño. Entiendo que la única intención de Shakespeare era hacer una obra entretenida y para pasar el rato. Pero del mismo modo que con otros autores para mí no es suficiente que me entretengan y me hagan pasar el rato, con el tío Bill tampoco.
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2 comentarios:
Hola, Núria. A mí sí que me gustó 'Novela de ajedrez'. Se lee bien y es un relato técnicamente muy bien escrito. Dicen de Zweig que lo que mejor hace es dotar de psicología a los personajes, pero a mí no me lo parece, también me resultan algo fríos. Un abrazo :)
De Zweig, además de la Novela de ajedrez, lo único que he leído es la Carta de una desconocida, que me gustó un poco más, quizás sea sólo por lo de la identificación. Aún así, ahora que lo dices, creo que tienes razón: las obras técnicamente están muy bien hechas pero resultan algo frías.
Un abrazo :)
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