viernes, 24 de octubre de 2008

'La carretera' de Cormac McCarthy

Mi prueba del algodón para determinar si los libros que leo me parecen "buenos-buenos" o simplemente "buenos-aceptables" consiste en preguntarme, mientras estoy leyendo, si realmente estoy leyendo porque quiero leerlo, o si en realidad sólo lo estoy leyendo para terminarlo. Considero que un libro es realmente bueno si no quiero que se acabe. Así de sencillo. Con 'La carretera' pronto me di cuenta de que sólo lo estaba leyendo para terminarlo y poder pasar a otra cosa. No es ni mucho menos malo. Por ejemplo, ni una sola vez tuve la tentación de abandonarlo. Y esto en mi caso ya es mucho. Es un libro bueno, pero no me pareció en cualquier momento ni remotamente memorable. La historia de supervivencia en un mundo postapocalíptico ya se ha hecho antes centenares de veces. Y aunque en este caso al menos está bien escrita, no creo que aporte nada de nuevo. Después de tanto bombo y platillo, me sabió a poco. Esperaba más. Sí, es dura, seca, descarnada y no sé cuántos adjetivos más, pero ¿y qué? Para mí esto no es suficiente. Aunque es corta, se me hizo repetitiva porque es repetitiva. Creo que hubiera quedado mejor como relato corto. La supuesta dureza de la historia queda diluida en una extensión demasiado larga. Además, me pareció que no le sacaba todo el partido que había en la relación entre el hombre y el chico. Se me contó que los dos lo eran todo el uno para el otro, pero en realidad nunca lo sentí. En realidad durante todo el libro nunca sentí nada en especial. El final no fue tan duro como esperaba, pero me gustó que fuera lo suficientemente abierto y ambiguo. Si me lo preguntáis, yo creo que al niño se lo comen. O quizás es sólo porque alguna que otra vez durante la lectura realmente deseé que se lo comieran. Por plasta.

2 comentarios:

oscar p dijo...

Hola, Núria...
Me gustó 'La carretera'. De hecho me gustó bastante, tanto como para comprarme algo más de Cormac. Casi sientes la angustia del protagonista. Sientes miedo por ellos. Rucuerdo la escena cuando el prota está dentro de la casa donde guardan a personas bajo una trampilla; casi no hay tiempo, ha de huir, los ha de abandonar sabiendo cual va a ser su destino. Es cierto que se hace repetitivo en algunos momentos, pero creo que es lo que pretendía, un viaje desasosegante. Estoy de acuerdo contigo en lo del niño. Todo el peso lo lleva el padre. Hubiese dado igual si en lugar de un niño mete un perro llamado Bobbie :) Empecé a leer 'No es país para viejos' y no pudo con él. Esperaba otra cosa. No me entraba lo de pícaro-asesino-sheriff-tras-ellos. Estoy terminando 'En manos del diablo', de Anne-Marie Garat, un novelón de 1335 páginas. Voy por la 1271. Está escrito al estilo de las novelas del siglo XIX y empezó siendo, según tu criterio, 'bueno-bueno' y está terminando 'bueno-aceptable'. Un abrazo...

Núria dijo...

No es mala, pero me supo a poco. Es que...

Tengo miedo.
No pasa nada.
Papá, no entrés ahí.
No hay nadie.
Esperemos un poco.
Vale.
Vale.
¿Por qué no me estás hablando?
Te estoy hablando.
Vale.
Vale.
Tengo miedo.
No pasa nada.
Vale.
Vale.

Bufff. Y todo el rato así. Se hace pesadico ;)