Léa se estremeció, corrió hasta el umbral y se detuvo. Tenía delante de ella a la vieja Lili y a su amante adolescente, el príncipe Ceste, que acababan de llegar. Mujer de unos setenta años, con una gordura de eunuco encorsetado, la gente solía decir de la vieja Lili que "se pasaba de la raya", pero sin concretar de qué raya se trataba. Una eterna alegría infantil iluminaba su rostro, redondo, rosado, muy maquillado, donde unos ojos muy grandes y una boca muy pequeña coqueteaban sin el menor reparo. La vieja Lili seguía escandalosamente la moda. Una falda a rayas, azul revolución y blanco, contenía la parte baja de su cuerpo; un justillo azul, muy escotado, permitía ver la piel acanalada de su pechuga de pavo coriáceo; un zorro plateado no ocultaba el cuello desnudo, en forma de maceta, un cuello ancho como un vientre, y que había aspirado la barbilla.
'Chéri' de Colette (pp. 67-68)
(traducción: Ramón Hernández y E. Piñas)
(traducción: Ramón Hernández y E. Piñas)
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