martes, 8 de diciembre de 2009

'Una sonrisa, por favor' de Jean Rhys



Creo que Jean Rhys ya era una escritora que me gustaba antes de leer nada de ella. De hecho, lo primero que leí de ella, 'El ancho mar de los Sargazos', no me gustó tanto como esperaba, pero ella seguía gustándome como escritora más de lo que me pudieran gustar los libros que escribiera. El problema es que esperaba mucho de 'El ancho mar de los Sargazos', porque se trataba nada más ni nada menos que la narración del primer matrimonio del señor Rochester de 'Jane Eyre' con Antoinette Cosway (la loca del desván), porque se trataba nada más ni nada menos que de una reescritura des de una óptica feminista y postcolonial de un clásico de la literatura inglesa. La idea me pareció brillante, la ejecución no tanto, pero seguí queriendo a Jean Rhys, porque es una de esas escritoras (como Janet Frame) que tuvo una vida con la que me es imposible no identificarme, no tanto por lo que vivió sino por lo que sintió (o más exactamente por lo que sufrió).

'Una sonrisa, por favor' es la autobiografía inacabada que Jean Rhys empezó a escribir cuando tenía más de ochenta años. Y ahora ya puedo decir que adoro a sus libros (al menos un libro suyo) tanto como la adoro a ella. Jean Rhys nació el 1890 en Dominica, hija de un médico galés y una dama criolla de origen escocés. Se crió en una isla dividida entre blancos y negros, con una niñera que le infundió el miedo, con un padre que casi siempre estaba ausente y con una madre distante y a la que tenía miedo, con unos hermanos mayores que pronto se marcharon de la isla para seguir con sus vidas y con una hermana pequeña a la que nunca le pudo coger auténtico afecto por culpa de los celos. Gwen (que era su verdadero nombre) se convirtió pronto en una niña tímida, insegura, asustadiza, y solitaria. Todo esto lo cuenta Jean Rhys en esta autobiografía.

Rhys luego se fue a vivir a Inglaterra a estudiar, pero tuvo que dejar los estudios cuando murió su padre, así que empezó a trabajar como corista y luego como actriz en obras de teatro de segunda fila y como extra en películas de bajo presupuesto. En Inglaterra pasó frío y se sintió sola, supo que la tristeza ya no la dejaría en toda su vida, pero aún así intentó dejarla atrás y se fue a Paris con su primer marido, allí trabajó como institutriz, perdió un hijo recién nacido y estrechó su relación con el alcohol. Conoció a Ford Madox Ford y empezó a escribir cuentos bajo su tutela. Y ahí se termina la historia que narra 'Una sonrisa, por favor', pero no se trata de un final feliz, porque Rhys se fue hundiendo cada vez más en el alcoholismo y el rencor (que probablemente le venía de su primera época en Inglaterra cuando sus profes de interpretación la machacaban por no tener un acento británico puro y perfecto) y no empezó a ser reconocida (y aún de una forma fugaz e incompleta) hasta el final de su vida, hasta que a mediados de los sesenta escribió 'El ancho mar de los Sargazos'.

Aunque en 'Una sonrisa, por favor' no se mencionan muchas veces las palabras "tristeza" y "soledad", es sin duda de esto de lo que trata el libro. Es un libro profundamente triste, deprimente casi. A diferencia de muchas autobiografías, Rhys pocas veces mira al pasado con nostalgia, más bien lo mira con la conciencia de haber sido toda la vida una perdedora, pero sin caer nunca en la autocompasión. No se trata tampoco de una autobiografía al uso, más bien diría que se trata de una serie de episodios autobiográficos contados por orden cronológico. Rhys describe su vida a grandes pinceladas, contando no tanto los hechos estrictos sino las sensaciones y sentimientos que tuvo al largo de su vida. Es una obra muy triste, lo repito. Y muy bella, que quede claro. Y reconfortante del mismo modo en que es reconfortante saber que existen mujeres que (como yo) nunca han dejado del todo de ser niñas tímidas, inseguras, asustadizas y solitarias.

Cuando una la termina tiene la sensación que todas las relaciones que establecemos con las personas con las que nos cruzamos no son nada más que superficiales, impulsadas sólo por las circunstancias, con fecha de caducidad, porque en el fondo todos nos enfrentamos solos a nuestra tristeza. Y una se da cuenta que la vida no tiene sentido y que las casualidades más absurdas son las que le rigen. Jean Rhys se pasó muchísimos años sin prácticamente leer y empezó a escribir de la forma más curiosa. Se estaba hospedando en una habitación de lo más deprimente y había una mesa vacía que no soportaba ver vacía, así que decidió comprar algo y se decidió por unos cuadernos, sólo porque eran bonitos no porque tuviera ganas de escribir, pero una noche decidió escribir/vomitar todo lo que le había pasado en Inglaterra y así fue como empezó todo.


2 comentarios:

La prima de Audrey dijo...

Yo adoro Wide Sargazzos Sea.Me gustó mucho pero no he vuelto a leer nada suyo. Tengo otro en casa que encontré en un rastro pero ahora no recuerdo el post. Este me apetece. yo también soy insegura y solitaria y también muchas veces pienso que las relaciones que establecemos son cada vez más y más superficiales y que finalmente lo que es seguro (o debería ser) es que sólo nos tenemos a nosotras mismas.

Núria dijo...

Puede ser que Wide Sargasso Sea a mí no me gustara tanto como esperaba porque acababa de ver la adaptación que hizo la BBC (con Rafe Spall y Rebecca Hall) y la película me gustó mucho y no sé... Tengo planeado releerla cuando haya pasado un tiempo e intuyo que la segunda vez me gustará más que la primera. No sería la primera vez que me pasa algo así.