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¡Feliz 2010 a todos los que os tomáis la molestia de pasaros por aquí de cuando en cuando!
"People say that life is the thing, but I prefer reading."
Aunque, ciertamente, recrearse en los problemas no los resuelve. Aunque, por otro lado pensar en ellos con actitud positiva tampoco los resuelve. Pero al menos te sientes positivo, lo cual es, o debería ser, ya se sabe, fortalecedor. Y la fuerza es buena. La fuerza me es necesaria en este momento. Me es necesario en este momento ser como una roca. Lo que necesito recordar ahora es que no tengo que resolver los problemas del mundo. No entra dentro de mis capacidades poder curar a Nelson, lo único que es necesario que haga es hacer lo que puedo hacer, que es que siga entrando el dinero, y para hacer que siga entrando el dinero es necesario que no pierda el ánimo, de manera que pueda seguir haciendo un buen trabajo. Es decir, que es necesario que evite recrearme con actitud negativa en los problemas en la oscuridad nocturna de mi Zona Separada, porque si lo hago, estaré cansado por la mañana y entonces podría hacer un mal trabajo, lo cual pondría en peligro mi capacidad para hacer que siga entrando el dinero, sobre todo si hay una Inspección Sorpresa, por ejemplo.
'Pastoralia' de George Saunders (pp. 40-41)
(traducción: Juan Gabriel López Guix)
A esta primera impresión de melancolía se añadía una segunda más particular y que no anotaría si no fuera tan fuerte: Johnson se vestía con una negligencia extraordinaria. Su peluca, gris por completo y arrugada enl o alto de su cabeza, jamás estaba empolvada, y el lazo que retenía la coleta estaba sucio; además, esa peluca era demasiado pequeña. Es sorprendente que no dañase la gravedad del rostro que coronaba, porque nada en el mundo es más ridículo que una cara grande bajo un tocado que no lo es lo bastante. Un viejo ropaje marrón, que con el tiempo tomaba los tonos del orín y se surcaba de arrugas, recorría un torso enorme y golpeaba las pantorrillas de Johnson con sus pliegues interminables. Y por último, medias de lana negra, que este escritor distraído jamás se le había ocurrido estirar, resbalaban completamente arrugadas por las piernas macizas.
Tal y como se le apareció a Boswell, resultaba sin duda monstruoso, pero cuando abrió la boca para charlar, Boswell no vio ya nada más. La palabra de Johnson obró sobre él como los gestos de un mago; cautivó en seguida a esta alma adoradora y servil que buscaba un altra en el que quemar su incienso.'Suite inglesa' de Julien Green (pp. 10-11)
(traducción: Jesús Aguirre)
Iba a la biblioteca. Miraba las revistas, las fotos que traían. Un día me acerqué a los libros y saqué uno del estante. Era 'Winesburg, Ohio'. Me senté a una larga mesa de caoba y me puse a leer. De repente se me transformó el mundo. El cielo se me vino encima. El libro me conquistó. Me saltaron las lágrimas. El corazón me latía con fuerza. Leí hasta que me picaron los ojos. Me llevé el libro a casa. Leí más cosas de Anderson. Leí sin parar, y me sentí tocado en lo más hondo, y solo, y prendado de un libro, de muchos libros, hasta que el fenómeno se produjo con naturalidad, y me instalé con lápiz y papel y me puse a escribir, hasta que supe que no podía continuar porque las palabras no fluían como en Anderson, sino que se limitaban a caer como gotas de sangre de mi corazón.
Hace años, yo deambulaba melancólica por calles mal iluminadas, anhelando dolorosamente algo, no sabía qué, intentando pasar inadvertida, con mi ropa sin gracia y mis tacones torcidos: subrepticia y sigilosa, esperaba atrapar ese algo por sorpresa. Pero era entonces tímida y asustadiza, y aunque esperaba, no hallaba la fe. Imaginaba un pájaro en la mano, no este mar salvaje que me sacude como a los restos de un naufragio. (pp. 45-46)
Si camino deprisa por la calle, no es que esté jugando, con los transeúntes, a un jego que sólo existe en mi cabeza: es timidez, la misma que empuja a las modistillas a mirar nerviosamente afuera, medio escondidas entre los tristones visillos de encaje de sus habitaciones mal iluminadas, prefireiendo soñar junto a sus hornillos de gas y beber té aguado antes que someterse al brutal descubrimiento del mundo. Existen, sabes, mujeres así, y te diré que tratan los objetos con cuidado, como si fueran niños o animales. Pero no creas que el cielo las desdeña. Miles de ángeles suspiran tiernamente por ellas: y ahora mismo les están bordando faldas, y se preparan a enseñarles la rumba. (p. 80)'En Grand Central Station me senté y lloré' de Elizabeth Smart
(traducción: Laura Freixas)
¿Cómo que no es cierto? Me lo ha dicho Virginski en persona. Ha convertido a su mujer a nuestras ideas. Le ha demostrado que el hombre es una criatura libre, o que debe serlo. Así que su mujer se ha liberado y, después, ha notificado a Virginski que lo destituía del puesto de marido y, en su lugar, se quedaba con el capitán Lebiadkin. ¿Y sabe lo que dijo Virginski cuando su mujer le anunció la noticia? Pues le dijo: "Querida mía, hasta ahora sólo te amaba; ahora te respeto".'Los posesos' de Albert Camus (p. 22)